sábado, 4 de enero de 2014

LA DAMA DE NEGRO


Urian coge una cerveza de la nevera, la vierte en una copa y se sienta en la terraza de su pequeño apartamento. En la calle, sosegada y sin turistas, los últimos vendedores ambulantes recogen sus enseres devolviendo la paz al barrio. Bebe un sorbo mientras se recuesta en la silla y observa cómo cae el sol sobre la Acrópolis, matizando de rojo las piedras que parecen cobrar vida.

Recuerda los paseos dominicales con su abuelo y las historias que le contaba. “Urian…, le decía muy serio mientras caminaban junto al teatro de Dionisios, aquí Aristófanes, Sófocles… representaron sus obras en los concursos de teatro anuales. Fíjate en esa estatua que parece sujetar el escenario es…” Y entonces comenzaba a relatar una leyenda  sobre un sátiro,  una ninfa… o cualquier otro personaje mitológico.
Evoca lo diminuto que se sentía al pasar por la puerta Beulé,  la emoción que le embargaba al ver el Partenón, el sueño de la perfección como lo llamaba su abuelo y, sobre todo, la agitación  que se producía en su interior a medida que se acercaban al Erecteón. “¿Ves ese agujero que hay en la techumbre del templo? Lo hizo Poseidón con su tridente. Mira dónde se clavó… De allí manó el agua salada. Ven, vamos a descansar junto a…” La excursión siempre terminaba de la misma manera: ambos sentados bajo el Olivo Sagrado. Aquel que, según la tradición, hizo germinar Atenea, logrando que, de ese modo, la ciudad quedara bajo su protección y no bajo la de Poseidón. Desde entonces, cada vez que se acerca al árbol, percibe una presencia benéfica, una fuerza sutil, cuyo origen no sabe precisar, que le provoca toda clase de sensaciones, como si ansiara trascender los límites de la realidad.
Levanta la copa hacia la Acrópolis, recuperando el antiguo rito de brindar por los dioses y por los muertos. “Ya no cruzaré tus puertas como un visitante más… me adentraré en tus misterios.” Y sonríe al pensar en la suerte que ha tenido. Gracias a una subvención, gestionada por el Doctor Papadimitriou, su profesor de arqueología en la Universidad y conservador del Museo de la Acrópolis, comenzará a trabajar, como becario, en el departamento de educación del museo.  

Suena el despertador. Urian se levanta, se viste y camina hacia la Acrópolis. El guardia de la entrada le impide el paso. Tras enseñar su acreditación, le deja pasar. “Si el abuelo pudiera verme en estos momentos…” Urian contempla las piedras y su geometría sagrada, donde la sabiduría y los elementos encriptados resuenan por todas partes.
Una fugaz figura cruza su campo de visión. Urian enfoca mejor y ve a una mujer vestida con un delicado peplo negro. El cordón dorado que ajusta la túnica, realza sus armoniosas formas. Es tan hermosa…
—Uriaaaaaaaaaaan.
Urian se gira y ve al Doctor Papadimitriou que le hace un gesto para que se acerque.
—Buenos días, Doctor.
—Buenos días. ¿Preparado para conocer a los compañeros? ¿Te encuentras bien? Te noto un poco turbado.
—Es que he visto allí —dice girando la cabeza hacia el lugar indicado— una…
Pero ella ya no está.
— ¿Una qué?
—No… nada... Habrá sido solo un juego de sombras.

La actividad en el Museo de la Acrópolis es frenética, sobre todo con la cercanía del verano. A pesar de que han pasado más de tres años desde que se inauguró el nuevo edificio, todavía queda mucho que inventariar en el almacén del antiguo. Allí, Urian selecciona las piezas, investiga sobre ellas y las documenta para su posterior traslado al nuevo edificio.
—Urian, te he traído un café de la máquina —le dice Helena, su compañera de departamento—. ¿Por qué no descansas un poco? Vete a dar un paseo, que te dé un poco el aire. Ya continúo yo.
Urian sonríe, coge el café y sale del edificio hacia el mirador que hay junto al Partenón. Se sorprende al ver allí a la mujer de negro que, con un elegante gesto, le anima a acercarse y sentarse a su lado. Urian se aproxima a ella  y la observa sin poder articular ninguna palabra.
— Vista desde aquí, la ciudad de Atenas siempre me ha parecido más triste y solitaria. —dice la mujer con una dulce voz—.  Como si estuviera ajena al caos que se vive en la mayoría de sus calles. 
— ¿Quién eres?
—Pandora. —dice mientras le muestra un estuche plateado que tiene en su regazo.
— ¿Acaso te estás riendo de mí? Pandora no existe, es solo un mito.
—Todos los mitos tienen algo de realidad, forman parte de la condición humana…
— ¿Y qué hay de verdad en el tuyo?
—Es verdad que abrí la caja que se me encomendó guardar, pero no fui yo quien trajo la desgracia a la humanidad. Dentro del cofre, en realidad, había bienes y males. Y fue Zeus el que sustrajo las cosas buenas, llevándoselas a la mansión de los dioses, dejando las desdichas como castigo y ejemplo para Prometeo y, por ende, para todos los hombres. Desde entonces estoy aquí. ¿Qué madre abandonaría  a sus hijos a su destino? No olvides que, aunque nací de una conspiración divina, también soy la primera mujer que pobló la Tierra. Sois parte de mi linaje y he estado pendiente de vuestra evolución, pero como debe hacerlo una madre, desde la distancia. Dejando que corráis riesgos, que aprendáis de los errores… y alentándoos a que tengáis fe en vosotros mismos y persigáis vuestros sueños individuales y colectivos.
—Entonces… ¿Tengo que creer que ahí —dice Urian señalando el cofre— tienes guardada la Esperanza?
—Sí, —dice Pandora mientras abre el cofre y le muestra el interior— aunque cada vez está más debilitada. Corren malos tiempos…
Urian mira dentro y ve, acurrucado en una esquina, un pequeño pájaro, similar a un gorrión, que apenas puede sostenerse.
De repente,  se escucha una pequeña explosión en el centro de la ciudad. Ambos miran la columna de humo que se eleva hacia el cielo. Otra jornada de manifestaciones, inicialmente pacíficas, que acaban en altercados. ¿Qué más se puede perder cuando se ha perdido todo?
El pajarillo comienza a temblar.


16 comentarios:

  1. Ese gorrión cogió la fuerza que alguien le impulsa en sus alas, que briosas vuelan por los cielos de la vida. Somos como el hambriento que nunca saciamos nuestra hambre de palabras... sigue dándonos pan con tanto acierto.
    Gracias por los dedos que acarician tu pluma.

    un beso

    Antonio

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Así es, Antonio, ese pajarillo se sostiene con nuestra esperanza. Así que hagamos de ella nuestro proyecto, sobre todo en la época que estamos atravesando y que tan complicado es para muchos mantenerla.

      Gracias por tu energía.

      Besos y abrazos.

      Eliminar
  2. Mari Carmen, que historia más bella. Sigues con el listón muy alto y sigues deleitándonos gratísimamente. Siempre es bueno saber que la esperanza sigue en un cofre para cuando se necesite :)
    Un fuerte abrazo y mis más sinceros deseos de un año mejor, en todos los sentidos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Allí está, Pandora la guardó para nosotros. No seamos, pues, quienes dejemos que desaparezca. Y como nos pidió Benedetti, continuemos el viaje sin rendirnos.

      Gracias por tu presencia, Juji, siempre tan alegre y generosa. Te deseo todo lo mejor para este año, y para el que viene, y el siguiente, y el otro...

      Besos y abrazos.

      NO TE RINDAS
      (Mario Benedetti)

      No te rindas, aún estás a tiempo
      de alcanzar y comenzar de nuevo,
      aceptar tus sombras,
      enterrar tus miedos,
      liberar el lastre,
      retomar el vuelo.
      No te rindas que la vida es eso,
      continuar el viaje,
      perseguir tus sueños,
      destrabar el tiempo,
      correr los escombros,
      y destapar el cielo.
      No te rindas, por favor no cedas,
      aunque el frío queme,
      aunque el miedo muerda,
      aunque el sol se esconda,
      y se calle el viento,
      aún hay fuego en tu alma
      aún hay vida en tus sueños.
      Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
      porque lo has querido y porque te quiero
      porque existe el vino y el amor, es cierto.
      Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
      Abrir las puertas,
      quitar los cerrojos,
      abandonar las murallas que te protegieron,
      vivir la vida y aceptar el reto,
      recuperar la risa,
      ensayar un canto,
      bajar la guardia y extender las manos
      desplegar las alas
      e intentar de nuevo,
      celebrar la vida y retomar los cielos.
      No te rindas, por favor no cedas,
      aunque el frío queme,
      aunque el miedo muerda,
      aunque el sol se ponga y se calle el viento,
      aún hay fuego en tu alma,
      aún hay vida en tus sueños
      porque cada día es un comienzo nuevo,
      porque esta es la hora y el mejor momento.
      Porque no estás solo, porque yo te quiero.

      Eliminar
  3. Hace años que estuve en la acrópolis. Qué gusto haber vuelto...
    Un abrazo fuerte

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hay lugares que no se abandonan nunca, ¿verdad? Gracias por acompañarme en este viaje, mi querido amigo.

      Besos y abrazos.

      Eliminar
  4. Cuánta cultura, trabajo y oficio hay en este texto, Mari Carmen.

    Pero todo sería en vano sin tu capacidad de creación ,Besos y... continúa.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En ello estamos, Carmen, y juntas que es mejor :-)

      Besos y un fuerte abrazo.

      Eliminar
  5. Que hermosa manera de narrar la belleza de aquello que miras con otros ojos. Siempre encuentras la forma de hacer magia y dejarnos tu aliento de esperanza. Eres tan especial que no sólo te admiro más cada día, también te quiero más.

    Me ha encantado de nuevo la originalidad y la sencillez de este relato porque así no nos perdemos nada de todo lo que contiene. Un abrazo y feliz año cielo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Qué bonito es sentir tu cariño, Rosa, y saberte cerca… No soy más especial que todas aquellas personas, entre las que por supuesto estás incluida, que perciben la armonía y la solidaridad como experiencias necesarias para formar una sociedad preocupada por el bienestar y la felicidad de todos. Ese es el aliento de nuestra esperanza :-)

      Besos y un fuerte abrazo, corazón.

      Eliminar
  6. Mari Carmen, qué bello texto. Enhorabuena. Has hecho que recorramos ese paisaje con armonía solo alterada por el dramático estallido final.
    Que para los tiempos venideros esa esperanza pueda volar libre.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Aristóteles dijo, tal vez paseando por la Acrópolis, que la esperanza es el sueño del hombre despierto. Es una frase que me gusta, porque nos transforma en motor y nos aleja de la esperanza inerte depositada en la casualidad. Así que estoy segura de que ese deseo tuyo, Alicia, se cumplirá :-)

      Besos y abrazos.

      Eliminar
  7. Al principio creí que este cuento iba a versar sobre la muerte. Pero el gran enigma de la humanidad no es la muerte, sino la vida. El reto es encontrar, cada día, un poco de esperanza.
    Este relato le encantaría a mi mujer, que es arqueóloga. Yo veo una piedra y me quedo igual. La arqueología es la poesía de la historia.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. No creas que me había olvidado de ti, Jose, pero es que no quería contestarte corriendo, sino dedicarte la atención que mereces. Porque, además, el comentario y todo lo que apuntas en él lo merece.

      Es importante saber de dónde venimos y, por supuesto, hacia dónde vamos, pero tenemos que alejarnos de esa doctrina, que hasta ahora nos habían inculcado, que nos decía que la vida era un valle de lágrimas, un mero tránsito para llegar al más allá, donde hallaríamos la recompensa. No… Como dices el reto está aquí y ahora, buscando esa esperanza, trabajando por encontrar el equilibrio entre sueños y realidad. La vida es muy valiosa como para perder un solo instante.

      Espero que si lee el texto tu mujer, sea benevolente conmigo. Solo soy una viajera, que ama —no lo voy a negar— las piedras :-) Qué bonito eso que dices de que la arqueología es la poesía de la Historia. Siempre pensé en ella como su memoria, pero me gusta esa manera de mirarla.

      Besos y abrazos.

      Eliminar
  8. Nunca es tarde para detenerse a leer la belleza de un texto, aún no sé cómo he llegado hasta aquí, quizás es el momento idóneo para leer algo esperanzador entre tantas malas noticias. Me ha encantado.
    Un abrazo y dulces sueños.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues doy gracias a las circunstancias, cuales quiera que fueran, que te han traído hasta aquí. Hay relatos a los que se les tiene un cariño especial, este es uno de ellos. Por una parte he podido recuperar a Pandora, durante tanto tiempo denostada, y la esperanza que guardó para nosotros.

      Besos y muchos abrazos.

      Eliminar

Gracias por tu visita