domingo, 25 de mayo de 2014

Frágil


















El anciano al que los otros indigentes apodan el loco escribe en su cuaderno. Nadie sabe quién es. Unos dicen que un escritor, otros, por su conocimiento del griego, que un profesor… Él dice llamarse Momo y asegura que es el dios de los escritores y poetas. Cuando alguien le pregunta por qué escribe constantemente, responde que los dioses le desterraron del Olimpo y le quitaron su poder para inspirar a los hombres, pero que no podrán acallar su presencia crítica e inteligente.
Solo Ironía, su perro, conoce la verdad. Él es quién vigila sus más íntimos secretos cuando, al anochecer, el anciano descansa en su gran caja de cartón con la palabra frágil bien visible.


sábado, 3 de mayo de 2014

CHARLIE

Charlie cruza la calle hacia el refugio que ha encontrado en una estación abandonada de tren. Pronto anochecerá y por la humedad que se siente en el ambiente es posible que comience a llover. Se tumba sobre unos cartones, se esconde bajo una vieja manta y espera a que llegue el anhelado sueño. Está tan cansado… Los años avanzan y ya apenas queda nada del joven soñador que creía comerse el mundo
Recuerda las casas de acogida de las que se escapó porque no quería aceptar los lazos emocionales que se le exigían a cambio de bienestar y seguridad. Él deseaba viajar, conocer mundo... y ante todo no perder su libertad. Sonríe al acordarse de  Luca, un ilusionista de poca monta, con el que recorrió pueblos y ciudades, hasta que el director del Gran Circo Pride les contrató para que representaran su espectáculo en una de sus pistas. Qué tiempos aquellos, en los que la camaradería regía sus pasos y no había más obligación que la de: «el espectáculo debe continuar».
Tras su aventura circense, Charlie quiso probar  suerte con el cine o el teatro. Era fotogénico, dominaba la expresión corporal y no le faltaban dotes interpretativas. Durante meses asistió a cientos de castings. «La gloria no llega de la noche a la mañana. No hay límites, solo metas…», se repetía a sí mismo cada vez que le daban con la puerta en las narices. A base de esfuerzo y tesón fue ganándose la confianza de varias productoras. Incluso llegó a ser una de las estrellas de un musical que estuvo durante años en las carteleras de Broadway, Cats.
Espectador de su propia historia, Charlie lanza una mirada al show del pasado, cuando la carne era joven y la sonrisa sincera, cuando su sombra se movía por el escenario al son de la música deslumbrando al público… Hasta ese día en el que la experiencia nada tuvo que hacer ante un cuerpo perjudicado por el paso del tiempo. Cuando sus movimientos perdieron la elegancia que siempre le había caracterizado, le despidieron sin contemplación. Un tropel de imágenes acuden a su mente: dolor, furia, sangre… un paréntesis de espacio que quisiera olvidar. Días oscuros,  en los que la rabia fue el estímulo que le incitó a recorrer los rincones más sórdidos de la ciudad, en busca de seres anónimos e inocentes con los que pagar, aún le cuesta asumirlo, su propia frustración.
Unas voces acaban con su meditación. Su mente regresa de nuevo al cuerpo. Alguien le observa desde la oscuridad. No es uno, sino varios los que le rodean.
—Eh, tú… ¿Qué haces aquí? —dice el que parece ser el jefe—. ¿Acaso no sabes que este es nuestro territorio?
—Yo… —contesta Charle mientras dilatando, su respuesta, busca un resquicio por el que escapar.
Pero no le da tiempo y se abalanzan sobre él, dándole una brutal paliza. Maltrecho y sin apenas fuerzas, se arrastra hacia la carretera cercana. Al otro lado hay un bosque en el que puede descansar y buscar protección. Intenta cruzar la vía, pero le fallan las fuerzas y queda tendido en medio del asfalto. De repente se escucha el sonido de un automóvil que se acerca. Unos faros iluminan la escena y Charlie, abandonándose a lo que cree inevitable, cierra los ojos esperando el final. Pero el conductor reacciona y, con un quejido de las ruedas, logra frenar a escasos metros de él. La puerta se abre. Antes de perder la consciencia, Charlie ve unas extraordinarias piernas de mujer que se acercan.

Charlie, seminconsciente por los efectos de la anestesia, mira a su alrededor. Está tumbado en una camilla y con un gotero conectado al antebrazo. Intenta moverse, pero el intenso dolor casi le hace perder de nuevo el conocimiento.
—Doctor, ¿qué tal está?
—La operación ha sido un éxito. Por las cicatrices que he visto en su cuerpo parece que este no es su primer escarceo con la muerte… O tiene mucha suerte o una naturaleza fuerte. Si evoluciona como hasta ahora, se salvará.
«Esa voz… ¿Será la mujer de las piernas torneadas? ¿Estarán hablando de mí?» Charlie recorre mentalmente su cuerpo en busca de esas marcas. «El antebrazo derecho, la espalda, el cuello, el abdomen y esa que le cruza la cara casi por completo. Cinco… y con esta,  seis. »
Charlie escucha el sonido de unos tacones que se acercan. Es una mujer hermosa. Una cascada de bucles cae por su espalda y enmarca un rostro dulce y sereno. Sus ojos, de un azul intenso, le miran con ternura. Alarga la mano para acariciarlo.
«Tan solo me queda una vida de las siete que tenía. Quizás ha llegado la hora de aceptar lo que antes rechacé. Hace tanto que no siento el calor de una caricia...»”
Charlie cierra los ojos  y ronronea de placer.