viernes, 2 de diciembre de 2022

Diccionario

 












Andamios de la memoria: es mayor el ángulo que muestran que el que vemos.

Arqueología: cicatrices del tiempo donde la historia juega a repetir sus pasos.

Azar: laberinto de la vida donde una flor, terca y silenciosa, hinca su raíz mientras cuenta los minutos que faltan para que el otoño deposite sus pétalos en el asfalto.

Bruma: cuando el sol oculta su mirada, los colores se recrean en las aguas.

Candados: tantos años de vigilia han rodeado sus bordes de óxido y herrumbre mientras, celosos, con llaves de agua guardan sus secretos.

Código: susurro del viento en el ondear de las banderas.

Espera: reposo de las horas que delata el movimiento de una mano.

Hierro: cuando las palabras ven la luz, eleva sus brazos nerviosos en la soledad callada.

Pompa de jabón: caricia del viento, rehén de la espera... Del suelo al sueño, reflejo de la memoria.

Terraza: espacio donde la vida traduce sus silencios, golpeando el cristal de una copa de vino.

Tormenta: armonía y pensamiento que la calma posa en tinta líquida. 

Continuará...


martes, 8 de marzo de 2022

Propósito


 









Basta mirar hacia adentro

para vislumbrar

que la desigualdad

habita en la periferia

de la cordura.

 

Que la desahucie

la unión y la palabra,

con la sororidad

como telón de fondo.


sábado, 13 de noviembre de 2021

Esencia

 












El otoño vierte su esencia en los viñedos 

mientras la mirada recoge las entrañas de la tierra 

y la vida, palabras en barbecho. 


Viejo óleo que retrata 

las hojas inciertas del futuro.



domingo, 3 de octubre de 2021

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Encadenados













Carla, con una copa de vino tinto en la mano, se sienta en su mesa de trabajo. Enciende el ordenador mientras bebe un sorbo, intentando localizar esos matices afrutados del caldo que ella nunca logra definir. Su semblante se dulcifica hasta esbozar una sonrisa. «¡Qué importa que no capte los sabores! Me gusta…», piensa y centra su atención en la pantalla. 

Dirige el cursor hacia el icono de un archivo: «FUGA DISOCIATIVA», que destaca sobre los demás al estar caligrafiado en mayúsculas. Tras un suave clic, el documento se expande en la pantalla, dejando a la vista una lista de nombres encabezada por  Agatha Christie. 


Desde que, siendo una adolescente, Carla comenzó a leer sus novelas de misterio, se sintió atraída por la personalidad de la escritora. Máxime tras adentrarse en su biografía y conocer ese fragmento de su vida, uno de los acontecimientos más enigmáticos de la historia de las letras, en el que desapareció durante once días. Agatha Christie mantuvo un obstinado silencio sobre este asunto y se llevó el secreto a la tumba. ¿Huida frustrada o pérdida temporal de memoria? 

Para dar respuesta a esta pregunta, Carla  quiso novelar lo ocurrido y buscó información. «La fuga disociativa se define como un trastorno caracterizado por la realización de viajes inesperados, lejos del entorno habitual del sujeto, en los que el individuo es incapaz de recordar…». Sin embargo, el proyecto inicial quedó relegado al descubrir, con asombro, el número de escritores que, en los últimos tiempos, protagonizaron ausencias similares a la de la célebre escritora británica. 

A diferencia de Agatha Christie, ninguno de ellos gozaba de un status social y cultural elevado, y lo único que les unía, aparentemente,  era su afición por escribir en redes sociales. Sin embargo, Carla había localizado un vínculo entre todos: la fecha de aparición de uno coincidía, siempre, con la desaparición del siguiente.


Carla desplaza la mirada por el listado hasta llegar al último nombre: Amber Collins. Minimiza el archivo y abre una carpeta del escritorio virtual, que contiene varias fotografías descargadas de Internet. Pincha sobre la instantánea de Amber Collins. En ella aparece una mujer alta, esbelta, con una larga melena cobriza, que posa de espaldas al objetivo. Intenta buscar en su lenguaje corporal, algún gesto, algún indicio, que le permita dilucidar qué historia esconde, pero su ademán estático no le trasmite nada. 

Focaliza su interés en el paisaje del fondo, tratando de localizar el punto hacia el que mira. De repente, como en una ilusión óptica, el horizonte comienza a distorsionarse, incluso parece adquirir movimiento. Aprieta con fuerza los párpados para alejar la sensación mareante que la atenaza. Sin embargo, cuando abre los ojos, comprueba que no ha sido un engaño de sus sentidos,  sino que la imagen ha cambiado: Amber se ha girado. 

De un manotazo tira la copa de vino, que derrama su contenido por la superficie de la mesa  y resbala hacia el suelo.  Fija la vista en el líquido rojo que, rítmicamente, impregna la moqueta en pequeños círculos, como si fueran gotas de sangre. 

Ploc…

Ploc… 

Ploc…

Sale de la abstracción e inspira con fuerza para serenarse. Recoge la copa y limpia el reguero de vino, resistiendo el impulso de mirar la pantalla. Sin embargo, de reojo, como en una serie de fotogramas, capta los movimientos de la mujer acercándose. Su mente se debate entre el desconcierto y la curiosidad. 

—Es imposible… razona mientras se obliga a sí misma a mirar el terminal. 

 Carla nota la adrenalina en el cuerpo, el pulso acelerado en las sienes. El encuadre de la fotografía ha variado a un primer plano del rostro de Amber, que levanta el dedo índice y la señala. Traga saliva e intenta alcanzar el interruptor de apagado, pero su mano se queda varada a medio camino al ver agrietarse el cristal del monitor. Su cerebro necesita unos segundos para procesar toda la información. 

La figura de Amber se materializa ante ella con dolorosa nitidez.

martes, 7 de septiembre de 2021

Inputs










Entre la luz y la oscuridad 

hay un destello, 

eco callado de las cosas, 

que te orienta hacia 

la estancia de la vida.

O de la nada. 

Huye despacio.

sábado, 4 de septiembre de 2021

La voz de la memoria

 


«Cuenta una leyenda china que hay un hilo rojo invisible que conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper».

Despiertas, con la angustia propia de quien ha sufrido una terrible pesadilla.

«El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper. »

«Estirar o contraer.»

«Nunca romper.»

Con el eco de las últimas palabras que has escuchado en el sueño, te miras la muñeca. Respiras aliviada al constatar que el cordel con el que alguien te retenía, que te daba cierta libertad pero sin soltarte, no existe. Sin embargo, la amenaza que emite el mensaje resuena nítida en tus oídos.

«Estirar o contraer.»

«Estirar o contraer.»

«Estirar o contraer.»

«Estirar o contraer.»

«Nunca romper.»

Giras la cabeza hasta barrer con la mirada el perímetro que te circunda. Sigues sin recordar cómo has llegado hasta allí. No encuentras respuesta porque, en realidad, hasta ese momento, presa de la angustia y la confusión, no te has cuestionado nada acerca de la naturaleza del laberinto.

 

Con curiosidad renovada, te levantas y caminas sobre el terreno de arcilla y piedras. Coges una de ellas, la más afilada que encuentras, y golpeas con fuerza en uno de los muros. Tan solo logras arañar la superficie.

«Ya sea recuerdo, realidad ilusoria o campo de información, no deja de ser un espacio creado por la mente. Un flujo de energía que no siempre es continua ni estable», piensas. «De acuerdo a las ondas energéticas que transmiten nuestro cerebro, todo lo que genere el pensamiento produce una vibración determinada que puede alterar el estado de las cosas.» Reconoces que es una simple hipótesis, pero una idea excitante.

Vacías tu mente y te concentras en un punto en la base del cercado, donde el soporte de carga del terreno parece más débil. De repente, percibes una ligera presión en la muñeca. Das un fuerte tirón y sientes cómo cede la fuerza que intenta detenerte. Te acercas más al tabique arcilloso e imaginas que se resquebraja. La grieta que se forma es apenas perceptible, excepto por los minúsculos granos de caliza que se desprenden de la pared. Con la duda sustituida por la determinación, condensas otra vez tu pensamiento y lo focalizas en la fisura. Las partículas de arena se convierten en guijarros, que resbalan hacia el suelo y dejan una pequeña oquedad en el muro.

 

Una corriente de aire fresco brota desde la abertura. A través de la mirilla natural, distingues un territorio que se ondula en todas las direcciones. Y en la lejanía, el surco marcado por un camino que, semiescondido por las olas del terreno, discurre solitario hasta desembocar en un frondoso bosque.