Hay textos que crecen adecuadamente, pero sabes
que, por alguna razón, se sienten incompletos. Esto es lo que le ocurría a «Pura magia», uno de los cuentos de mi libro «En el silencio de los puntos
suspensivos», que se sentía triste al creer que solo estaba destinado a ser
leído por adultos. Sin embargo, gracias a Diego Gila Haro, dentro de las
actividades que de manera altruista realiza este verano en Casalarreina (La
Rioja), su realidad ha dado un vuelco.
sábado, 30 de julio de 2016
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