Hay textos que crecen adecuadamente, pero sabes
que, por alguna razón, se sienten incompletos. Esto es lo que le ocurría a «Pura magia», uno de los cuentos de mi libro «En el silencio de los puntos
suspensivos», que se sentía triste al creer que solo estaba destinado a ser
leído por adultos. Sin embargo, gracias a Diego Gila Haro, dentro de las
actividades que de manera altruista realiza este verano en Casalarreina (La
Rioja), su realidad ha dado un vuelco.
Microrrelatos de Halloween del IES Gran Vía
Hace 1 día
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