domingo, 20 de mayo de 2012

DEBORAH


 “ La sangre sobre la nieve es más roja...”, pensó Alice, mientras unas gotas se deslizaban y caían sobre la nieve que cubría la tierra del cementerio. Detuvo el pensamiento y abrió la mano, dejando caer una rosa sobre el frío ataúd que, en su descenso, se llevó el dolor de su alma y sus recuerdos, atravesados de invisibles espinas.
   
 “Tomé la decisión acertada, ahora lo sé, aunque fue duro. La denuncia, el juicio, la extorsión escondida tras su mirada y el miedo...siempre el miedo.” Alice recordó los siete años vividos junto a Malcolm y, antes, su llegada a la ciudad tras escaparse de casa de sus padres con apenas dieciséis años. Y recordó el temor al presente, a la vida, mientras deambulaba por las calles con hambre y sin dinero y ni un lugar seguro donde dormir y cobijarse. Luego apareció él, Malcolm, tan cortés, tan amable, tan protector...pero todo fue un engaño.

Pasó el tiempo y la existencia cambió. ”No intentes joderme, puta, y nos llevaremos bien ¿entiendes?”  Con esas palabras y unas costillas rotas Malcolm selló con ella un trato y Alice pasó a formar parte de una red de prostitución y drogas. Así pasaron meses, años, retenida en una trampa de la que no sabía ni podía salir. Un día en que a Malcom se le fue la mano, perdió el conocimiento. Sin saber cómo, estaba en una cama de hospital. Alguien la había encontrado en la calle, tirada y amoratada, y la llevó allí. Fue entonces cuando decidió denunciarle. Sacando fuerzas de su extrema flaqueza y venciendo el terror denunció todo. Informó sobre la estructura de la organización, sus métodos, actividades y nexos con otros grupos. A cambio solo pidió protección física. Alice pasó a formar parte del programa de protección de testigos y simularon su propia muerte. 

Ahora estaba allí, mirando su propio cuerpo pasado. Su cuerpo inexistente. Arrojando su identidad a la nada.

 -Descansa en paz. Todo está aquí enterrado, en una tumba y un féretro vacio.

Comenzó a nevar. Los copos borrarían sus huellas y su vida pasada. Deborah había enterrado a Alice y se alejó con paso lento hacia la incertidumbre.

El miedo cambio de color. Alice estaba sepultada para siempre.