Todos esperan expectantes a que den
las doce en el reloj de la capilla. Están tan nerviosos que puede percibirse la
ansiedad tras las máscaras que cubren sus rostros. Sin embargo, Adeline
tiembla al coger la suya y mira hacia un punto indefinido, más allá de la verja
que les separa de la ciudad. Su mente se llena de imágenes, crueles y
dolorosas, que la atormentan. Sacude su cabeza para alejarlas.
La noche se llena de risas y alegría con
la última campanada mientras, al grito de Feliz Halloween, corren
hacia el exterior. Adeline, como si una pared invisible la hubiera frenado en
seco, se para y, poco a poco, retrocede hasta el interior del mausoleo.
«No puedo... Nunca superaré mi fobia a los
humanos…»
Feliz Haloween a todos. Ser buenos ;-)
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=bYkwu4b7xTs
Insuperable, amiga. Ningún truco en el trato,
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Cierto, no lo hay, como tampoco lo hay en la generosidad de tus palabras.
EliminarUn beso grande, cielo.
Una vuelta de tuerca muy triste, sin duda. El cementerio siempre me pareció un lugar seguro, como los museos o las salas de espera. El miedo cultiva al dolor, y éste, a la desesperación que nos devuelve al miedo. ¡Vaya bicoca la de ser humanos! Menos mal que existen las máscaras.
ResponderEliminarUn abrazo y feliz fin de semana.
No puedo estar más de acuerdo contigo, Esther. Me gustan los cementerios, no hay viaje que realice que no visite alguno. Además de los tesoros arquitectónicos que atesoran, son imprescindibles para conocer la cultura de los países. Entender cómo afrontamos la muerte es comprender también cómo nos enfrentamos a la vida. Incluso a esa espiral de miedo y desesperación a la que te refieres. Pocos fantasmas hay más terribles que los que atesoramos en nuestro interior.
EliminarBesos y muchos abrazos.
Y hace bien de temer a los humanos. A mí me dan mucho más miedo que los fantasmas. Ya lo decía mi abuela: hay que temer más a los vivos que a los muertos.
ResponderEliminarMe da pena Adeline. Cada año tendrá que sufrir las consecuencias de esa fobia. Eternamente. Pero seguro que habrá algún psicólogo entre los buenos difuntos.
Un relato original y entretenido.
Un abrazo.
A mí también me da pena Adeline, Josep, una eternidad es mucho tiempo… demasiado. Solo espero que como dices encuentre algún buen psicólogo en el Mas allá o, en su defecto, que tenga alguien a su lado que le haga entender que también existe la humanidad que no siempre es sinónimo de ser humano.
EliminarQué sabia era tu abuela y qué gran consejo te dio. Gracias por compartirlo.
Besos y muchos abrazos
Humanofobia, otro descubrimiento de tu cosecha, y más habitual de lo que parece.
ResponderEliminarUn besazo.
Podríamos hablar sobre el tema largo y tendido, ¿verdad, Luismi?
EliminarUn beso muy, muy grande.
Un relato muy acertado para el fin de semana que acabamos de pasar y muy bien llevado. Desgraciadamente nos lleva a algo terrorífico. A que esa criatura sufra de antropofobia. Mas que nada porque, como tu bien has dicho, no hay peores pesadillas que las que habitan en nuestro interior.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es verdad, Alicia, no hay peores fantasmas que los que albergamos en nuestro interior, pero hay que reconocer que razones no le faltan a la chiquilla para tenerlos.
EliminarBesos y muchos abrazos
Cada día, dejas en tus letras, algo distinto y carismático que, me hace pensar y sonreír y sonreírte, por lo que provocan tus escritos y el poder de tus palabras.
ResponderEliminarUn beso
Me alegro de haberte provocado una sonrisa, Antonio, y de que encuentres algo de originalidad en mis escritos. Es algo que siempre intento buscar, a veces, gracias a vuestra generosidad, incluso parece que lo consigo.
EliminarBesos y muchos abrazos.
El punto de vista del monstruo. Los humanos somos capaces de las mayores atrocidades, pero también obramos maravillas. Eso es lo único que me mantiene en la frontera entre el hombre y el lobo. De otro modo, hace tiempo que habría huido a las estepas.
ResponderEliminarUn abrazo.
EliminarY yo te hubiera acompañado, Jose. Parafraseando a Herman Hesse, tendremos que acoger cada vez más mundo con nuestra alma dolorosamente ensanchada.
Un beso grande.
Qué gran relato, Atx, qué bien llevado y qué final.
ResponderEliminarY qué suerte la mía, tener una amiga que escribe tan bien.
Besos, cariño.
Gracias, cielo. Sabes que te admiro y tengo muy en cuenta tus palabras. Me alegro tanto de que te haya gustado… Mía es la suerte por tenerte como amiga y maestra.
EliminarBesos y muchos abrazos
Siempre he pensado que en los cementerios hay mucha más paz que en cualquier otro lugar. Todo el peligro que pueda llegarnos de ellos siempre vendrá de la mano de los vivos. Estupendo tu micro Mª Carmen.
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