La ciudad duerme confiada, mientras una figura
encapuchada camina por sus calles hasta llegar al cementerio. La antigua
cancela cede a su voluntad y chirría al abrirse. Se desplaza silenciosa entre
las tumbas más antiguas hasta alcanzar las más recientes, donde se percibe un
montículo de tierra blanda, que la nieve ha teñido de blanco. La silueta se
retira la capucha que cubre su rostro. Como si la luna fuera a su encuentro, se
abren unos claros e ilumina los copos que centellean sobre su exuberante
melena. La joven, de rostro impenetrable, extiende su mano en la que lleva una
rosa roja. Sin embargo, sus ojos no siguen el movimiento de la extremidad, sino
el de unas oscuras gotas que descienden sinuosas por el dorso hasta alcanzar el
manto impoluto.
«La sangre sobre la nieve es más roja…», piensa
mientras deja caer la flor sobre el sepulcro, que parece llevarse el alma y sus
recuerdos, atravesados de
invisibles espinas. Los pensamientos se arremolinan en su cabeza. Evoca la
huida de casa de sus padres, el miedo que sintió mientras deambulaba por las
calles, frías e inhóspitas, hasta que apareció Malcolm, tan amable, tan
protector... Pero todo fue un engaño. «No intentes joderme, puta, y nos llevaremos bien
¿entiendes?». Con esas palabras y unas costillas rotas Malcolm selló un trato con Alice,
que pasó a formar parte de una red de prostitución y drogas. Así pasaron meses,
años, en los que, a base de cerrar los ojos a la realidad, aprendió a
vivir en la oscuridad, convirtiendo su vida en una noche perpetua.
Un día en que a
Malcom se le fue la mano, perdió el conocimiento y despertó malherida en un
hospital. Sus emociones vacilaban entre la inquietud y el terror. Sacando
fuerzas de su extrema flaqueza y venciendo el miedo, le denunció. Informó sobre
la estructura de la organización, sus métodos, actividades y nexos con otros
grupos. A cambio solo pidió protección física. Alice pasó a formar parte del
programa de protección de testigos y simularon su propia muerte.
—Descansa
en paz, Alice —susurra al aire, descartando las imágenes congregadas por su
memoria—. El pasado se queda aquí, enterrado en esta tumba vacía y con tu
nombre.
La tormenta
arrecia y la nueva Alice mira hacia atrás por última vez. Los copos borrarán
sus huellas y su vida pasada. «Las cicatrices señalan dónde hemos estado, pero no
dictan nuestro destino», se dice a
sí misma mientras se aleja, con
paso decidido, hacia el amanecer.
Un gran relato como todos los tuyos, Me quedo con esta frase: «Las cicatrices señalan dónde hemos estado, pero no dictan nuestro destino»,
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Pues te la presto, o mejor la compartimos no sea que olvide que somos dueños de nuestra vida y capitanes de nuestro destino ;-)
EliminarUn beso grande, mi querida Rosa, y gracias por ese aire fresco que siempre traes.
De lo romántico a la realidad más brutal.
ResponderEliminarEl romanticismo sentimental ha hecho mucho daño en la educación de las hadas que, lejos de posar sus bailarinas sobre el barro, se elevan con sus alas de cristal hasta que una piedra las rompe y caen al suelo manchándose "todo todo todo, su traje de lodo".
Un abrazo y feliz semana.
Qué comentario tan acertado y visual, Esther, un plus añadido a esta entrada. Qué razón tienes, cuánto daño ha hecho el romanticismo y los cuentos de príncipes azules que, en el mejor de los casos, se tornan grises o se convierten en sapos. Menos mal que, como dice la canción, las niñas ya no quieren ser princesas. Lo de las hadas… eso es otra historia. Con lodo o sin él, al menos yo, continúo creyendo en ellas ;-)
EliminarBesos y muchos abrazos
De lo mejorcito, que ya es decir...
ResponderEliminarFelicidades, crack.
EliminarMira qué eres exagerado, Luismi, pero a ti te lo perdono casi todo, incluso esto ;-)
Un beso muy, muy grande
Este relato es un ejemplo de que la literatura actual está cambiando y no se limita solo a crear ficciones, sino también denuncia aspectos de la realidad que deberían cambiarse. Y lo hace a través del cuento breve o muy breve. Lo que más me gusta, con diferencia, es que, además de tener mensaje, el cuento está muy bien escrito. El fondo y la forma. Todo un alegato contra la violencia de cualquier tipo: hay que denunciar siempre.
ResponderEliminarUn abrazo.
EliminarNo debemos percibir Literatura como algo separado de todas las esferas del quehacer humano, al menos yo nunca lo he hecho… Sabemos que, además de trasmitir placer estético y divertimento, podemos intentar construir un mundo diferente y más equitativo con la escritura. Muchos de los autores que nos precedieron aceptaron ese pacto moral y nos mostraron el camino a seguir :-)
Besos y un fuerte abrazo
Qué bien llevado, Mari Carmen. Enhorabuena.
ResponderEliminarAlguien dijo algo así como "mira entre mis cicatrices y verás el vuelo al que me ayudaron a despegar y que ahora te deslumbra"
Un abrazo.
¿No hay algo que te resulte familiar en este relato, Alicia? «La sangre sobre la nieve es más roja…» Creo que fue la primera vez que concursamos juntas y por eso le tengo un cariño especial. Recuerdo que el tuyo trataba sobre… upss, casi desvelo el final ;-)
EliminarEs verdad que poco o nada tiene que ver con el que escribí entonces, pero si su esencia, y esperaba su turno, pacientemente, para transformarse en algo más. Como ves, también las letras tienen cicatrices.
Besos y muchos abrazos
¿Qué se debe sentir al visitar una tumba vacía que leva tu verdadero nombre? ¿Cómo debe ser vivir bajo una falsa identidad? Supongo que en estos casos lo importante es estar vivo y enterrar la vida (si puede llamársela así) pasada.
ResponderEliminarUn relato impresionante.
Un abrazo.
Buenas preguntas, Josep, que amplían las sensaciones y reflexiones que quiero trasmitir con mi personaje. Las cicatrices, deben hablar de nuestro pasado, no dirigir nuestro futuro. Como dices, lo importante es vivir.
EliminarBesos y muchos abrazos
Me has dejado sin saber que decirte
ResponderEliminarAsombrada
Un abrazo
Pues ya lo has dicho todo :-)
EliminarGracias por tu visita, por tu generosidad al cederme tu tiempo y atención y, sobre todo, por ese abrazo.
Besos y abrazos.
Estremecedor y perfectamente contado. Felicidades!
ResponderEliminarGracias, Antonio, un placer el tenerte aquí compartiendo espacio y palabras.
EliminarBesos y muchos abrazos