Año 3010. La Humanidad se ha
convertido en un conjunto de seres sin memoria que necesitan vivir de
recuerdos ajenos. Una empresa, Regards, se ha hecho con el
monopolio de ese mercado en alza y no duda en recurrir al secuestro y robo de
identidades. Nadie se siente seguro. Mientras, en el subsuelo
de la ciudad un reducido grupo de personas luchan. Su líder, Bárbara Cooper,
tras años de investigación, ha inventado una máquina de rehabilitación
cognitiva con la que recuperar la memoria perdida.
—Bárbara, deprisa, tenemos que irnos
—dijo apremiante Anthony, su lugarteniente—. Un grupo de soldados de asalto
está a punto de desactivar el escudo electromagnético que protege la puerta de
entrada.
—Imposible, Anthony, el proceso de
restitución está a punto de terminar —objetó mientras señalaba el cuerpo inerte
de una niña que estaba tendida en una camilla y conectada por cables a una
máquina—. Si la desconectamos ahora, morirá. Y ella —añadió con dulzura,
retirando un mechón de pelo de su rostro— es nuestro futuro… nuestra memoria.
De repente se apagan las luces y entra
en funcionamiento el grupo electrógeno. Se escucha una breve explosión y el
sonido de botas corriendo por el pasillo. Anthony dispara una ráfaga de balas
que hace parar a los asaltantes. Cierra la puerta y asegura el cerrojo.
—¡Date prisa! Esta puerta no
aguantará sus envestidas.
El color de los botones de la consola
pasó del rojo al verde, señal de que la operación había finalizado. Uno a uno
fue retirando los cables, mientras estimulaba las extremidades de la pequeña.
Barbará aguantó la respiración hasta que la niña abrió los ojos.
—No te asustes, cariño, ya estás a
salvo. ¿Cómo te llamas?
—Inés.
Inés
deja de teclear y coge la fotografía que hay junto al ordenador. No puede
reprimir una lágrima mientras recuerda aquél verano en el que su abuela
Bárbara, enferma de Alzheimer, se convirtió en su heroína.
Todos podemos ser héroes, solo hemos de dar lo mejor de nosotros mismos en el día a día.
ResponderEliminarUn abrazo.
EliminarAsí es, Pedro, no hace falta buscar héroes entre las páginas de comics o libros de Historia. A nuestro alrededor hay cientos, miles, que afrontan cada día la titánica tarea de sacar adelante la realidad.
Besos y abrazos
Me ha gustado tu relato cargado de ficción y realismo.No estamos ya en manos de la máquina?
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EliminarQué alegría, Diego, tenerte en este espacio que, espero, consideres como tuyo.
No sé cuál será nuestra relación con las maquinas en el futuro, de momento, mantenemos una simbiosis que nos permite, como es el caso, utilizarlas para nuestro uso o disfrute, aunque no está demás reflexionar sobre el tema y estar alerta.
Besos y abrazos
Un relato muy acertado. Si algo caracteriza a la especie humana, son los fallos de memoria (personalmente soy una experta). Quién sabe, tal vez, el Alzheimer no sea una enfermedad, sino la consecuencia de nuestra debilidad más irritante.
ResponderEliminarUn abrazo con manta. ¡Qué frío!
Qué razón tienes, Esther. Todos sufrimos distorsiones y fallos de la memoria, no sé si por el estrés o por la debilidad humana de la que hablas. ¿Hay algo más irritante, por ejemplo, que no acordarte de una palabra, el título de una película o de qué conoces a una persona? Es una sensación tan incómoda… Lo que es un hecho es que nuestra naturaleza, nos guste o no, es así llena de debilidades y contradicciones.
EliminarBesos y abrazos que, deseo, te resten algo de ese frío.
La memoria perdida, Atxia. Al margen de que el hilo conductor que has utilizado para traer la idea nos muestra una histaria redonda, el fondo, cuando uno se siente parte de un todo, es sobrecogedor. Siempre me haces pensar.
ResponderEliminarMe alegro, Cris, de que te hayas dado cuenta, porque muchas veces, recluidos en nuestra propia existencia, se nos olvida lo importante que es la memoria colectiva para evitar errores, avanzar y crecer como especie.
EliminarUn beso grande y gracias por sentarte a mi lado para pensar.
Si algún día perdemos la memoria, que, por lo menos, nos quede el recurso de vivir (sobrevivir) de la mano de la fantasía.
ResponderEliminarUn relato que gana sustancialmente con este final inesperado.
Un abrazo.
Así es, Josep María, que no nos falte nunca la imaginación, pese a los que aseguran que es una droga psicología adictiva y con efectos secundarios :-)
EliminarBesos y abrazos
Un relato que, como todos los tuyos, deja poso. Esta especie de epidemia del olvido que narras parece una metáfora sobre los olvidos que padece nuestra sociedad. Se diría que lo que no sale por televisión no existe, por ejemplo. Yo creo que la mejor manera de demostrar a alguien que existe es mirarlo a los ojos.
ResponderEliminarDesvergonzado que es uno.
Un abrazo.
Lo que está claro, Jose Antonio, es que la memoria personal es tan importante como la colectiva. No debemos olvidar que los recuerdos son un base importante en el aprendizaje y que ciertos olvidos pueden tener la capacidad de cercenar el futuro.
EliminarMe gusta lo que dices sobre mirar a una persona a los ojos. Jean Paul Sartre, en tu línea argumental, sugirió que el contacto visual es lo que nos hace real y directamente conscientes de la presencia de otra persona como ser humano. Cuando los ojos se encuentran se nota una clase especiar de entendimiento, ¿verdad?
Besos y abrazos, querido desvergonzado.
Qué buena idea, cariño, y qué bien escrita.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Eres muuuuuuy buena, ¿lo sabías?
:-)
Un abrazo enorme.
Lo que sé es que vosotros sois muy generosos con vuestras apreciaciones. Me alegro de que te haya gustado, cielo, sorprenderte a ti es complicado.
EliminarBesos y muchos abrazos
Otra vuelta de tuerca sobre los hechos cotidianos. Felicidades.
ResponderEliminarGracias, Luismi, por ayudarme a girar la llave :-)
EliminarBesos y muchos abrazos.
Ya sabés que cuando te leo, me voy a esos lugares tuyos.
ResponderEliminarY no te olvido.
Saludo enorme, hasta allá, Mari Carmen.
Lo sé, Luna, y no sabes cómo te lo agradezco.
EliminarBesos y abrazos que traspasen el océano.
Muy bueno. Me has pillado por sorpresa con ese final.
ResponderEliminarAbrazos.
Pues algo he debido hacer bien, Jhon, porque es harto difícil pillarte a ti, el maestro de las sorpresas.
EliminarBesos y abrazos.
Excelente relato Mari Carmen. La fantasía es algo que nunca debemos perder y en mi opinión personal, nos ayuda a construir un mundo diferente, cargado de matices donde podemos crear y moldear nuestro pensamiento. Podemos reir o llorar y asimismo fabricarnos un poquito de felicidad.. Mi enhorabuena! Un beso
ResponderEliminarComparto tus pensamientos, Nataly. La imaginación es una de las mejores armas que poseemos para enfrentarnos a la vida.
EliminarGracias por tus palabras y por visitar este espacio que, espero, consideres tuyo.
Besos y abrazos
Mari Carmen, leyendo este maravilloso texto tuyo me ha venido a la mente eso de que la memoria es el único paraíso del que no podemos ser despachados.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Un abrazo.
Buena frase, Alicia. Realmente es nuestro paraíso, en el que somos y todo existe, en la medida de que recordamos.
EliminarUn abrazo fuerte