Alejandro se despierta
aterrado. Otra vez la misma pesadilla que se repite, noche tras noche, desde
que le realizaron el trasplante de corazón. En ellas, como un animal de presa,
busca a mujeres solitarias con el único deseo de matarlas. Todas tienen el
mismo aspecto: altas, con curvas generosas y pelirrojas. Un arquetipo, sin
embargo, que no se acerca al que siempre pensó de su mujer ideal. En sus negros
sueños nunca llega a ver el rostro de las víctimas porque, como una autocensura
infligida, se despierta antes de que llegue el final.
Si por lo menos el doctor
Álvarez, el cirujano que había realizado el trasplante, le hubiera
informado sobre quién era el donante, quizás podría obtener respuestas a sus
preguntas, pues había leído en Internet que algunos científicos aseguran
que el corazón tiene memoria propia, y que hay unas pequeñas moléculas,
llamadas neuropéptidos, que viajan por todo nuestro cuerpo provocando
emociones. También afirman que se almacenan en algunos órganos, y que
existe la posibilidad de que cuando un paciente recibe un corazón nuevo, esos
estimuladores se liberan y cambian la personalidad del receptor, haciéndola
parecida a la de la persona que lo donó.
Pero el doctor Álvarez decía
que tan solo eran conjeturas, que no estaba demostrado realmente y que lo que a
él le pasaba solo era la consecuencia natural del estrés, físico y emocional,
al que había estado sometido durante el proceso quirúrgico. Pero Alejandro sabe
que lo que vive no es solo un estado emocional alterado, sino que algo ha
cambiado dentro de él. Él nunca ha perdido la conciencia y mantiene todos sus
recuerdos intactos. Aunque siente como si un aséptico velo se hubiera instalado
en su memoria y su identidad que percibe de modo diferente. Le pidió… le suplicó que le dieran el nombre del
donante, pero, amparado por la ley, se negó a dárselo. Lo único que obtuvo fue
una cita para ser atendido en el servicio de psiquiatría.
El sonido del teléfono móvil le
saca de sus pensamientos. El sistema de aviso de la agenda electrónica le
indica que hoy, a las tres, tiene consulta con el psiquiatra.
Cuando llega hay otras personas esperando. Una voz femenina va llamando a
los pacientes por megafonía. Poco a poco
la consulta se va vaciando y ya solo queda él. Cuando le avisan se acerca a la
puerta, la abre y ve a una joven tras la mesa de la habitación, que se levanta
para recibirle. Es alta, pelirroja, como las mujeres de sus pesadillas. Y tiene
un cuello blanco y perfecto...
Alejandro sonríe mientras le
tiende la mano.
—Buenas tardes, doctora, no se
imagina cómo me alegro de conocerla.
¡Genial, Mari Carmen! Un beso.
ResponderEliminarGracias, cielo, por estar siempre tan cerca :-)
EliminarBesos y abrazos
Un final blanco y perfecto! Un placer leerte.
ResponderEliminarEl placer es tenerte aquí, Carmen. Gracias por encontrar luz en la penumbra.
EliminarBesos y abrazos
Magnífico, Mari Carmen!! Pese a que el tránsito por el relato se hace de forma suave, genera la inquietud propia de las cosas que, en sí mismas, encierran elementos perversos...
ResponderEliminarUn abrazo enorme.
Gracias, mi querida, Mare. De vez en cuando, me gusta ser un poco mala y llevaros por callejones estrechos y retorcidos :-)
EliminarBesos y miles de abrazos.
Qué bueno, querida amiga. Mantiene la tensión hasta el final. Bezoz apretadizimos!!
ResponderEliminarMe alegro de que te haya gustado, mi querida hadita. Y, sobre todo, gracias por esos besos apretadísimos :-)
EliminarMuchos besos y abrazos.
Es un placer poder tenerte en forma de palabras y ver, como los aleteos de mariposas salen a recibirnos, de lo mas profundo de tu pecho con palabras aromatizadas, que envuelven todos mis aleteos, incapaces de olvidar, desde lo profundo del sueños.
ResponderEliminarun beso
Antonio
El placer, Antonio, es contarte entre mis amigos y compartir tu círculo, en el que repartes palabras afectuosas entre todos los que te conocemos. Gracias de todo corazón.
EliminarBesos y un fuerte abrazo
Una metamorfosis muy inquietante, Mari Carmen, que podría dar para una novela de terror. La pérdida de la identidad es una de las pesadillas más recurrentes del ser humano.
ResponderEliminarUn abrazo.
No eres el primero que lo dice, Jose Antonio, y estoy de acuerdo. Quién sabe si algún día este texto se convierta en la sinopsis de una novela :-) Mientras, tú no pierdas tu identidad. Me gusta. Ser fiel a uno mismo es la base de la felicidad.
EliminarBesos y un fuerte abrazo
Voy a tener que aprender de ti para mi Serie Negra, niña dulce.
ResponderEliminarUn relato inquietante y tan bien escrito...
Enhorabuena, cariño.
Un abrazo enorme.
EliminarAprender de mí… ¿Pero qué dices, cielo? Si lo sabes casi todo. Invito a todo aquél que no me crea a visitar tu blog. Allí encontraréis Literatura del mejor nivel y unas clases asombrosas de buena escritura.
http://lascosasdelacaja.blogspot.com.es/
Besos y muchos abrazos
Tu capacidad para introducirnos en los recovecos de tu imaginación es deslumbrante. Gracias por el viaje.
ResponderEliminarUn beso fuerte
Lo que no sé, mi querido Luismi, es como osáis aventuraros más allá de la entrada :-)
EliminarGracias por tus palabras y compañía. Me siento afortunada por tenerte como compañero de viaje.
Besos y un fuerte abrazo
Y así, casi sin notarlo, nos llevas de la mano a dar un paseo por una mente torturada...
ResponderEliminarBesos
Nanny, hay que reconocer que nos dan miedo y estremecen, pero a la vez, qué interesante es adentrarse dentro de esas mentes, ¿verdad?
EliminarGracias, por acercarte con tu escoba :-) Me encanta verte volar.
Besos y abrazos.
¿Donde esta el secreto? ¿En un corazón trasplantado o en el destino inexorable que, a veces, por caminos muy complicados, nos lleva derechos al objeto de la angustia?
ResponderEliminarLo cierto es que lo cuentas muy bien.
Un beso muy grande.
No lo sé, Manuel. Yo prefiero ver al destino como un compañero de viaje más que algo inexorable que rige mi vida. No soportaría levantarme cada día sabiendo que solo tránsito por lo que ya está escrito :-)
EliminarBesos y un fuerte abrazo
No me gustan los psicópatas. Y tampoco soy un entusiasta de la literatura que los incluye. Me da miedo dar ideas. Pero la literatura y el cine de terror tienen sus adeptos. Me pregunto a veces por qué. En cualquier caso aquí el terror es psicológico. Y es un extraordinario relato. Como una extraordinaria película es Psicosis, la primera versión, la de Alfred Hitchcock. Las palabras y las imágenes en manos de un buen autor ( o autora, como es tu caso ) siempre crean cultura y reflexión. No me emociona tratar con enfermos mentales - quizás porque he conocido algunos en la vida o porque gente como Bretón y algunos otros hacen cosas espantosas - ni, por supuesto, con asesinos en serie. La vida es dura... y la naturaleza terrible. Para mi los héroes son los que luchan contra el mal - el mal existe, está en la misma naturaleza, en la supervivencia, incluso, de los animales - y esos héroes son médicos, enfermeras, gente que defiende a los débiles e intenta ayudar a los demás. Me da pena que a algunos de ellos los estrangule un psicópata. Que, curiosamente, encima, no tiene culpa: es así. Seguramente la ciencia encuentra alguna forma de evitar que sean así en el futuro. Mientras sigo llorando por las adolescentes violadas y asesinadas por tipos como el de tu relato. Que es extraordinario, por cierto :-) E incluso pone un necesario toque de humor que lo hace más ligero y aceptable. Bueno... que es muy bueno, Atxia, que es muy bueno. Aunque la temática no sea de mis preferidas.
ResponderEliminarA mí tampoco me gustan los psicópatas, Emilio, pero si me declaro seguidora de series como “Mentes criminales”, cuyos personajes, miembros de una unidad de análisis de la conducta, realizan exámenes psicológicos y criminológicos para facilitar su captura. Quizás sea porque necesito creer que hay quienes pueden detectarlos antes de que asesinen… No lo sé.
EliminarEn cualquier caso, no temas dar ideas a un psicópata, no les hace falta. Nadie fue guía de Menguele, de Hitler ni Ceauşescu… Dios nos libre de un Psicópata con poder… Como dijo Joseph Conrad: “"La creencia en una fuente sobrenatural del mal no es necesaria; el hombre por sí mismo es muy capaz de cualquier maldad."
Y por eso lloro a tu lado. Incluso con más rabia si cabe, porque, al contrario que tú, no confío en que la ciencia logre erradicarlo.
Besos y un fuerte abrazo
Ya lo sé. Pero determinadas películas de consumo general - no precisamente esa serie - yo considero que no son positivas, sobre todo si las ven adolescentes - y las ven - que no tienen totalmente desarrolladas sus tendencias y su identidad. Sinceramente creo que películas como La Matanza de Texas - un absoluto éxito mundial - no deberían exhibirse nunca. Te he puesto un ejemplo de una película que no. Y ahora te pongo una que sí: Fargo, una obra maestra donde el criminal nunca es un héroe ni siquiera alguien a imitar y que tiene un desarrollo - sin dejar de tener alguna escena cruda - que lleva, claramente, hacia el bien y la admiración hacia los que defienden al individuo y la sociedad, en este caso una mujer policía que, además, se juega la vida.
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