“ La sangre sobre la
nieve es más roja...”, pensó Alice, mientras unas gotas se deslizaban y caían
sobre la nieve que cubría la tierra del cementerio. Detuvo el pensamiento y
abrió la mano, dejando caer una rosa sobre el frío ataúd que, en su descenso,
se llevó el dolor de su alma y sus recuerdos, atravesados de invisibles
espinas.
“Tomé la
decisión acertada, ahora lo sé, aunque fue duro. La denuncia, el juicio, la
extorsión escondida tras su mirada y el miedo...siempre el miedo.”
Alice recordó los siete años vividos junto a Malcolm y, antes, su llegada a la
ciudad tras escaparse de casa de sus padres con apenas dieciséis años. Y
recordó el temor al presente, a la vida, mientras deambulaba por las calles con
hambre y sin dinero y ni un lugar seguro donde dormir y cobijarse. Luego
apareció él, Malcolm, tan cortés, tan amable, tan protector...pero todo fue un
engaño.
Pasó el tiempo y
la existencia cambió. ”No intentes joderme, puta, y nos llevaremos bien
¿entiendes?” Con esas palabras y unas costillas rotas Malcolm selló con
ella un trato y Alice pasó a formar parte de una red de prostitución y drogas.
Así pasaron meses, años, retenida en una trampa de la que no sabía ni podía
salir. Un día en que a Malcom se le fue la mano, perdió el conocimiento. Sin
saber cómo, estaba en una cama de hospital. Alguien la había encontrado en la
calle, tirada y amoratada, y la llevó allí. Fue entonces cuando decidió
denunciarle. Sacando fuerzas de su extrema flaqueza y venciendo el terror
denunció todo. Informó sobre la estructura de la organización, sus métodos,
actividades y nexos con otros grupos. A cambio solo pidió protección física.
Alice pasó a formar parte del programa de protección de testigos y simularon su
propia muerte.
Ahora estaba
allí, mirando su propio cuerpo pasado. Su cuerpo inexistente. Arrojando su
identidad a la nada.
-Descansa
en paz. Todo está aquí enterrado, en una tumba y un féretro vacio.
Comenzó a nevar.
Los copos borrarían sus huellas y su vida pasada. Deborah había enterrado a
Alice y se alejó con paso lento hacia la incertidumbre.
El miedo cambio de color. Alice estaba
sepultada para siempre.
Querida Mari Carmen, qué bien narras el todo y la nada de la vida cotidiana, recordándonos el “realismo sucio” con que Carver se hizo al mundo de la Literatura. Me gustaría que este texto fuese un cuento, pero no. Creo que con buen criterio social, de denuncia, has optado por algo con sensaciones vibrantes, desgarradoras y cercanas: un relato que recoge personajes y escenarios de la realidad, llena de episodios –por desgracia- como el de tu historia. Felicidades.
ResponderEliminarCon una estructura circular has creado un universo indeseable para concluir con un final, después del infortunio, deseable y celebrado. Eso solo se consigue cuando el autor o la autora, en este caso tú, Mari Carmen Azcona, es capaz de sentir y transmitir emociones con la intensidad de la acción y la tensión construida con el mejor material literario: elementos narrativos fundamentales. Nada fácil.
Alice resuelve con valentía un conflicto grave convirtiéndose en Deborah, después de haber sufrido de manos del antagonista, Malcom, las peores desventuras. Jugada maestra es el punto de giro final donde pones al personaje principal (como un más difícil todavía) en una situación extrema, para, desde ahí, llegar a tu final preferido. Un final que será del agrado de los lectores. Siempre se agradece otear un camino con destino a la esperanza.
A muchos nos gustaría que estas víctimas, sin necesidad de sufrir tanto, acabaran enterrando, como Alice, la vida que tanto sufrió para reencarnarse en otra menos convulsa, protegida y con información para acabar con los delincuentes y sus organizaciones.
Muchos abrazos, muchos besos y mucha suerte el día 23 (próximo miércoles) en la Casa del Libro de Bilbao. Mereces lo mejor. Desde aquí, estaré contigo.
No sé por qué me ha venido a la cabeza la palabra "contundente" al leer tu relato. Contundente y brillante Mari Carmen. Un beso
ResponderEliminarQue gran relato, Mari Carmen..
ResponderEliminarUn abrazo.
Un relato estremecedor, como la vida misma. Tener que renunciar a la propia identidad para salvarse, no me parece un final feliz, me parece durísimo.
ResponderEliminarMuy bien escrito, consigues llegar al corazón. Al corazón de la rabia.
Un besazo.
Tú siempre hurgando en las vidas de los que sufren. Y dando en el clavo.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Qué bueno, Atxia, me ha encantado!
ResponderEliminarAdemás, la imagen del rojo sobre la nieve es espeluznante, pero también muy atrayente. Ya sabes que a mi me encantan esas imágenes que se pasean por el lado oscuro.
Un beso, cielo, con todo mi cariño.
Que pasada, Mari Carmen, me lo he leído dos veces... deja huella... Todo un inmenso placer.
ResponderEliminarGracias.
Un beso.
Querida Mari Carmen:
ResponderEliminarUn relato más, impecable, de tema y de forma. Felicidades.
Un beso grande.
Como siempre, querida Mª Carmen: un relato sorprendente en su desenlace y perfecto en la estructura.
ResponderEliminarEnhorabuena, por enésima vez.
Un beso.
Hoy he sentido los latidos de tu corazón, eran los tañidos de la campana que de niño veía como se colgaban de su cuerda para tocas a misa mayor. Tu calor ha hecho que me entremezcla los sentidos escondidos de mi cuerpo. Tu sensibilidad hace posible el milagro del pan y los peces.
ResponderEliminarGracias por la fuerza que veo en tus ojos. Tu lucha es la mía y mis ilusiones son las tuyas. Luchamos por lo mismo y con las mismas armas..., la PAPALBRA.
Un beso
antonio
Ante todo, he de pediros disculpas por no haberos contestado hasta ahora. La falta de tiempo es un mal endémico que nos ataca a todos y no quería contestaros con un simple gracias. Os merecéis tiempo de calidad. Sin prisas, sin agobios, con el mismo cariño y mimo que me habéis dedicado vosotros.
ResponderEliminarMi querido Alex, siempre he sostenido que éste es mi taller literario y vosotros, además de mis maestros, sois los indicadores de si un texto es válido o no para compartirlo. Por eso agradezco tanto tus comentarios pormenorizados, casi diseccionados.
ResponderEliminarA mi también me gustaría que no hubiera situaciones como la de Alice. Pero por desgracia no hace falta buscarlas en los rincones más sórdidos. Una mirada y salen a nuestro paso.
No, no es un cuento, excepto quizás el final. Por desgracia, no todas las victimas tienen la fortaleza de Alicie, ni encuentran una salida que les permita alterar su destino. Pero bastante sufren nuestros personajes, ya sabes que me encariño con ellos, como para que no les demos un poco de esperanza por mínima que sea. Y de paso, tal vez sea un autoengaño, dárnosla a nosotros mismos.
La presentación del día 23 fue una experiencia inolvidable, ya te contaré :-) Pero mientras, si quieres saber algo más, entra en La Nieve y lee la preciosa crónica que ha escrito Alicia. http://lanieve2.blogspot.com.es/
Besos y un fuerte abrazo.
Querida Winnie, quizás porque el principio del texto no es un indicador claro de la crueldad de la historia que vendrá después. De todas las maneras da igual, lo importante es que el texto te haya llegado.
ResponderEliminarBesos y un fuerte abrazo.
Gracias, Carmen, por tu empuje y presencia.
ResponderEliminarBesos y un fuerte abrazo.
Querida Ana, tener que renunciar a la propia identidad para salvarse no es un final feliz. Como dices es durísimo, pero es esperanza y la posibilidad de un mañana. Algo que muchas personas ni siquiera tienen.
ResponderEliminarGracias por tus palabras y dejar que este texto llegue al corazón. Que sintamos rabia significa que no estamos insensibilizados. Eso es bueno. La rabia no solo es motor literario, sino de cambio.
Besos y un fuerte abrazo.
Luismi, ojalá no fuera así . Yo lo intento, te lo aseguro, pero por desgracia hay tanta gente que sufre...Tú lo sabes bien, mi disidente favorito.
ResponderEliminarBesos y un fuerte abrazo
A mi también me gusta esa imagen, Laura. Además de atrayente, me perece un recurso literario muy hermoso porque incita pero no explica.
ResponderEliminarBesos y un fuerte abrazo, mi querida hada.
Gracias, Juji, por haber recogido esa huella...El placer es mío, no lo dudes.
ResponderEliminarBesos y un fuerte abrazo.
Mi querida Nines, gracias por acompañarme en cada paso que doy.
ResponderEliminarBesos y un fuerte abrazo.
Gracias, Manuel, por dejarte sorprender :-)
ResponderEliminarBesos y un fuerte abrazo.
Querido Antonio, me alegró mucho verte en la presentación. Aprovecho para agradecerte que animaras con tus preguntas el debate. Fue una pena que el tiempo fuera limitado, ¿verdad?
ResponderEliminarCreo que al final he conseguido mi propósito y te has encontrado en mi libro. Eso es lo que yo quería decir...Los tañidos de mi campana te han llevado hacia la tuya. Instantes de identificación como ése son los que me emocionan como lectora y como escritora.
Sí, Antonio, compartimos lucha, ilusiones y palabras. Buenos vínculos :-)
Besos y un fuerte abrazo.
La dignidad de un ser humano es algo con lo que no se debería comerciar, pero la vida es injusta.
ResponderEliminarOjalá todas las mujeres denunciaran a sus agresores, pero entiendo a quienes no lo hacen.
Es mejor saber lo que te espera en casa que vivir con miedo.
Un abrazo.
Jose Antonio, es cierto que, a veces, la vida no es justa y que la mayor injusticia es el nacimiento. Sin embargo, no le echemos la culpa de las aberraciones, de los egoísmos... a la vida, sino al Hombre. Él es el que comercia, el que mata, el que maltrata...el que antepone sus propios interés a los demás.
ResponderEliminarYo también desearía que todas las mujeres denunciaran, sin embargo, como dices, hay que entenderlas. Es una dura decisión que deben tomar ellas solas. Además, ¿acaso hay un marco adecuado que las ampare? ¿Qué haríamos nosotros? Es fácil decirlo cuando no se sufre, cuando no se tiene miedo.
Nos vemos pronto :-)
Besos y un fuerte abrazo
Mari Carmen, muchas historias se pueden escribir con ese comienzo, “ La sangre sobre la nieve es más roja...”. Todas-al igual que la tuya-con ese tinte tan doloroso e injusto que ni la fusión del blanco elemento consigue borrar la huella, a modo de amargo tatuaje interno, de las personas protagonistas de las mismas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Bello relato en el prisma certero de muchas realidades vividas. Es corto y consecuente a la par de doloroso; es la realidad de muchas personas con nombre propio.
ResponderEliminarUn biquiño,
Rosa María
Niña¡¡ que pongas esos textos que tienes.. no te los guardes para ti solita¡¡
ResponderEliminarBesos
Qué razón tienes Alicia, desde los cuentos más hermosos hasta las historias más dolorosas ...aunque por desgracia, siempre habrá más realidades que fábulas. Lo que si sé, es que hay muchas mujeres y hombres “coraje” que luchan para que ese tatuaje, imborrable en su alma, sea un ejemplo de superación para los demás.
ResponderEliminarGracias por dedicarme tu tiempo y tus reflexiones.
Besos y abrazos.
Hola, Rosa María, has hecho un análisis preciso: la realidad de muchas personas con nombre propio. La realidad siempre supera la ficción, ¿verdad?
ResponderEliminarEs un triste pensamiento, lo sé. Pero el contexto cambia, las circunstancias continúan, el número de victimas aumenta.
Gracias por venir a compartir este espacio. La puerta siempre está abierta, considéralo como tu casa.
Besos y un fuerte abrazo.
Jajaja mira que eres impaciente, Carmen. Pronto pondré un texto. Además, será uno que le había prometido escribir a un amig@. Pero hay un problema, no lo puedo poner antes del viernes :-)
ResponderEliminarHasta entonces, besos y un fuerte abrazo.
Tremendo relato mi querida Mari Carmen, tan tremendo como esa realidad a la que parece nos acostumbramos, cuando leemos algo parecido a ésto cada día.
ResponderEliminarDices tanto, y tan bien relatado que al final queda ese sabor agridulce de una hermosa lectura vistiendo la tristeza.
Qué placer leerte. Estoy deseando tener tu libro ya.
Un abrazo con toda la magia de tu narrativa.
Impresionante y cruel relato, Mari Carmen. Ojalá, por inexistente, nunca hubiera que escribir sobre este tema, desgraciadamente tan de actualidad. Como literatura, te doy un diez. Sin embargo, reconozco que, como mujer, este tipo de argumentos hieren especialmente mi sensibilidad ¿En qué lugar quedamos nosotras? ¿Es posible que mayoritariamente no tengamos la suficinte personalidad como para no soportar ningún tipo de malos tratos?... Lo siento, me hierve la sangre solo de pensarlo.
ResponderEliminarUn beso con todo mi cariño
Mi querida Rosa, eso es lo malo, la costumbre, las estadísticas... Me duele ver que las personas pierden su nombre para convertirse en un dígito más en el recuento, un número de expediente, o un fantasma, sin identidad ni rostro, en el censo de injusticias mensuales o anuales.
ResponderEliminarGracias, Rosa, por acompañarme y empujarme con tus palabras.
Besos y un fuerte abrazo.
Querida Mila, ¿impresionante relato? Esa era la intención: despertar emociones, conciencias, incluso, por que no, rabia. ¿Pero cruel? Supongo que te refieres a la dureza de la historia, porque desde luego mi intención no ha sido ser cruel, sino todo lo contrario. He intentado, de la manera más delicada que he sabido, denunciar una realidad que me duele.
ResponderEliminarHablas de falta de personalidad. No, Mila, esa no es la cuestión. Hablar desde nuestra posición privilegiada y acomodada es fácil. Recuerda que ellas son las victimas y nunca las culpables de lo que les ocurre. No carguemos más peso sobre sus espaldas.
Gracias, mi dulce soñadora, por tus palabras. Lamento el mal rato que has pasado, pero no puedo evitar mirar de frente aquello que me duele y preocupa. Soy así.
Besos y un fuerte abrazo
Esa realidad nos duele a todos los que tenemos sentimientos. Sucede que, por ser una realidad, tan real, no me gusta verla ni siquiera en los escritos. Lo siento, Mari Carmen, yo también soy así. No se trata de cerrar los ojos ante lo que desgraciadamente existe, sino de ir mirando por la vida con ojos de esperanza y optimismo. Si ante las desgracias ajenas puedo hacer algo, lo hago, pero intento no recrearme en ellas.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo en que nosotras somos unas privilegiadas; por ello disfruto de ese privílegio y sueño con un mundo mejor para todos los que no tienen nada. Mis sueños siempre son de colores, nunca negros.
Un beso y gracias por ser tan valiente.
Cielo, no tienes que disculparte por ser como eres, al contrario, tú eres de ese tipo de personas que son necesarias, que aportan alegría a nuestras vidas y color a un mundo que quiere presentarse en blanco y negro.
ResponderEliminarEntiendo tu postura, Mila. Y sé que no está exenta de sensibilidad y generosidad, tienes un gran corazón, lo conozco. Que más quisiera que escribir otro tipo de textos, te juro que lo intento... Pero los personajes se presentan ante mi. Yo no los busco, ellos me encuentran y me ayudan a reflexionar.
Sé que mis textos son duros y que pueden estremecer. Pero eso no quiere decir que no mire el mundo con esperanza y optimismo. Si te fijas, a todos mis personajes les busco una salida. No un final de cuento de hadas, eso es imposible, pero si un quizás, un mañana...porque creo en la fuerza del positivismo y en la capacidad de superación del ser humano. Por eso mis sueños también son alegres y coloridos. Lo que no puedo evitar es que de vez en cuando me asalten pesadillas.
Besos y un fuerte abrazo.
Atxia, es tan cruel, injusto y real que la persona maltratada sea la que tenga que desaparecer para sobrevivir. Tú lo has plasmado como la vida misma y eso hace maás grande el relato. Te felicito. Un beso (sólo uno).
ResponderEliminarTú lo has dicho, Carmen, cruel y por desgracia real. Ni te imaginas lo que es ver a una mujer maltratada ingresada en un hospital y custodiada por la policía, mientras el maltratador continua libre en espera de juicio. Yo no tengo que imaginarlo, he visto el miedo en sus ojos y jamás lo olvidaré.
ResponderEliminarGracias por venir a conversar conmigo, siempre es un placer.
Besos y abrazos.
Casi bates el record cuantitativo de comentarios con Deborah...Tienes tantos amigos y amigas que te quieren y valoran. Como escritora siempre das la talla en la forma y en el contenido. Sabes que este relato es uno de los que más me ha gustado de todos los que has escrito. Es, sencillamente, impresionante. En la cualidad es también único. Este comentario no añade nada a lo que sabes que pienso de ti como autora. Qué magnífica obra vas desarrollando... Deborah es tan bello, tan fuerte, tan necesario también todavía...
ResponderEliminar