“Siempre hay un momento en la infancia en el que se abre una puerta y deja entrar al futuro.”
(Graham Greene)
Laura aceptó, con una sonrisa forzada, las pastillas que aquel desconocido le ofreció a la salida del colegio. Abrió la cremallera del estuche y las guardó junto a sus lápices de colores, unos cromos, una barra de labios que le cogió a su madre sin que se diera cuenta...Restos de una infancia que se niega a desaparecer junto a la necesidad de ser aceptada por el grupo de amigas. Un silencio frío se adueñó de sus pasos mientras atravesaba el parque rumbo a casa.
Abatida, con tan sólo doce años, busca la verdad en un mundo de adultos al que se asoma de puntillas...y no entiende.
Desasosegante el relato aunque la frase es esperanzadora!! besos y buenas noches
ResponderEliminar¡Bien cierto!
ResponderEliminarLindo relato.
Besos mil.
Jo! Ya me encantó en su momento cuando lo leí, pero ahora me gusta aún más. Mira que es difícil meter tanto, tanto en 120 palabras, pero tú lo consigues con una maestría y una elegancia embaucadora.
ResponderEliminarTe felicito de nuevo. Un besazo!!
Pd. Bendito Blogger que te avisa de las nuevas entradas de tus amigas, jajaja!!
Inquietante y hermoso. Algunos nos hacemos viejos sin acabar de entender el mundo de los adultos.
ResponderEliminarUn abrazo, Mari Carmen
Me da la impresión que el gran reto de padres, educadores, y toda la tribu en general, está en conseguir que para cuando esa puerta, poco a poco, se les vaya abriendo tengan la información justa y precisa, sin adornos ni pinceladas que les despisten, para que tengan la libertad de elegir aquello que les facilite el camino hacia la vida adulta.
ResponderEliminarVaya chapa que he soltado. Todavía huelo a tiza. Creo que necesito vacaciones.
Mari Carmen, no te haces ni idea de lo que es, además de acompañar haci la puerta del futuro a tus hijos, hacerlo con los hijos de los demás.
Lo has contado estupendamente.
Un abrazo.
Querida Mª Carmen: los que tenemos ya unos añitos nos hemos saltado -por suerte- esos monstruos de la adolescencia. Teníamos otros más cotidianos, más sencillos aunque no menos dramáticos.
ResponderEliminarAlgunos de esos tenemos hijos que si vivieron esos otros monstruos. En mi caso los viví sin dramatismo, con atención, con cariño y cercanía.
No es una panacea pero, en mi caso, creo que salió bien.
Un beso muy grande para un texto realmente muy bueno.
El mundo en unas pastillas o por lo menos el mundo de una joven; por una parte la curiosidad y el sentirse aceptada; por otra, la necesidad de escapar del mundo que le rodea, acaso ese mundo adulto que no entiende.
ResponderEliminarTodos tenemos esa "pastillita" para desconectar; el problema es quedar atrapado en su engañosa magia.
Me imagino a la adolescente diciendo: "Yo controlo". Algunos de nosotros también creemos que controlamos nuestras adicciones.
Un abrazo.
Winnie, si, reconozco que el relato es angustioso y, aunque me gustaría que fuera ilusorio, es fruto consciente de una realidad que hay que asumir. Mirar hacia otro lado no sirve de nada, del conocimiento surge la sabiduría para afrontar o intentar evitar algunos problemas.
ResponderEliminarEs normal estar inquieto, pero hay que dosificar el miedo y no olvidar que la esperanza está de nuestro lado dejando una puerta siempre abierta.
Besos y un fuerte abrazo querida amiga.
Querida Muchita, distintos países, distinta cultura...y sin embargo, tus palabras lo confirman , los mismos problemas y preocupaciones.
ResponderEliminarGracias por tu visita, me gusta ver tu sonrisa.
Besos y un fuerte abrazo
Querida Laura, ¿ será porque me gusta sacar grandes conclusiones de gestos pequeños?
ResponderEliminarTú si que eres una embaucadora y me haces ruborizar... Gracias por el cariño que hay tras tus palabras.
Besos y un fuerte abrazo mi niña
Querida Ana, por desgracia yo si comprendo el mundo de los adultos, todo se reduce a intereses económicos y personales. Otra cosa es que lo acepte y me resigne a vivir en él sin intentar cambiarlo...aunque sea como Mafalda poniéndole tiritas.
ResponderEliminarSé que tú me ayudarás, cuento contigo...
Besos y un fuerte abrazo.
Si, Alicia, como padres y educadores esa es nuestra función. Informarles, escucharles, enseñar con el ejemplo...ayudarles a que busquen su identidad y la libertad a la que tienen derecho. Nosotros les enseñamos la vía por la que tienen que caminar, ellos eligen la dirección.
ResponderEliminarQuerida Alicia, tu hueles a tiza todo el año, vacaciones incluidas, jajaja. Adoras la docencia, no lo puedes remediar.
Besos y un fuerte abrazo.
Querido Manuel, la adolescencia, como bien apuntas, es una etapa complicada independientemente de la época que nos toque vivir. La dificultad de adaptación rápida a los cambios que se producen física y psíquicamente, de encontrar un equilibrio entre la dependencia que se tiene de los padres y la libertad que se desea, la búsqueda y reafirmación de la identidad...de miedo para los padres e inseguridad para los hijos.
ResponderEliminarLos monstruos cambian de aspecto pero siempre han existido ( por desgracia en mi cuadrilla perdimos a un amigo por causa de las drogas y del Sida, y no creo que mi caso sea una excepción.) Tus consejos creo que son los acertados. Vivirlos sin dramatismo, con cariño, atención, cercanía...Y no olvidarnos de cómo nosotros mismos vivimos esa época. A los padres se nos olvida muy fácilmente que fuimos adolescentes, recordarlo es bueno para entender sus actitudes.
Gracias por tus palabras, por tus reflexiones, por estar.
Besos y un fuerte abrazo.
Jose, no te preocupes por Laura. Superará esa época tan desconcertante y vulnerable, y disfrutará de ella como lo hacemos todos: en la madurez, cuando recordamos una y otra vez los buenos momentos que, por el desconcierto y el desorden hormonal del momento, no supimos apreciar.
ResponderEliminarEn cuanto a las pastillas y las adicciones es complicado, porque a lo que somos adictos es al placer y a la felicidad. Algunos son adictos a las pastillas, al trabajo...a la escritura. Lo que tenemos que hacer es encontrar la forma más saludable de obtener ese placer.
Coincidirás conmigo en que el placer y la felicidad enganchan mucho...
Gracias por tus comentarios siempre tan interesantes.
Besos y un fuerte abrazo.
Lo que me impresionó fue la edad: doce años, no porque el relato me muestre la realidad, pero no puedo dejar de sorprenderme.
ResponderEliminarEn tan pocas palabras dices tanto y tan bien, felicitaciones Mari Carmen.
Juglarías, qué ilusión me ha hecho tu visita, qué alegría...
ResponderEliminarTienes razón, la edad impresiona y lo pensé mucho antes de ponerla, pero uno de los temas que me preocupa de la reforma educativa, no sé cómo será en tu país, es que con doce años cambian de ciclo y pasan a la ESO. Se les saca de un entorno protegido, en el que se les trata como niños, para mezclarlos con mayores, incluso con jóvenes de 18 años o más. Con esa edad son muy vulnerables y muy influenciables por todo lo que les rodea. Por desgracia, estos casos se dan.
Gracias por las felicitaciones y, sobre todo, por venir.
Besos y un fuerte abrazo.
Querida Mari Carmen:
ResponderEliminarEn esos restos de infancia que permanecerán tatuados en la dermis de nuestro ser quedaron escritos los episodios mutantes que fuimos aceptando. Crecimos con esas marcas, entre silencios y confesiones secretas, entre la incomprensión de la soledad y la presencia de quienes tampoco entendían nada. Igual que aceptamos los estímulos y respondimos a ellos, instamos a ser aceptados por la pandilla de amigos/as. Entre los restos de aquel plumier de antaño, lleno de incertidumbres y quimeras, nos quedarán los amigos, las amigas. Sabrán todo de nosotros, lo malo también, y nos seguirán queriendo, nos querrán siempre, y nosotros a ellos/as. Estaremos a su lado y estarán al nuestro. Habremos madurado a la par, y juntos nos asomaremos al mundo que saludamos cada mañana, nuestro mundo, el que hemos dado a nuestros hijos. Tampoco le entendemos. Esa negación será un nuevo estímulo para enfrentarnos al devenir cotidiano e intentar descifrar sus claves, resolver sus enigmas y compartir, cada día, nuestro error con los demás. Sólo así, con la búsqueda colectiva, podremos llegar a la verdad.
Mi cariño, como siempre.
Alex
Mi querido Alex, qué bello texto...Si, en ese viejo estuche permanecen nuestros amig@s. Nadie crece ni se forma sólo y ellos nos ayudaron a tomar conciencia de nuestra propia identidad mirándonos en sus ojos, alejándonos del yo egoísta de la infancia. Nos ayudaron a comprender que no somos seres cerrados e incluso, mezclando amor con amistad, a ser conscientes de nuestra sexualidad.
ResponderEliminarEntre juegos, travesuras, risas, lágrimas, soledades...fuimos madurando hasta que la fantasía devolvió su legitimo espacio a la realidad, en la que nos encontramos ahora, un futuro difuso por el que hay que luchar.
“ juntos nos asomaremos al mundo que saludamos cada mañana, nuestro mundo,”
Con los amigos de ayer, que forman parte de nosotros, y con los de hoy...Desde el respeto y el cariño siempre.
Besos y un fuerte abrazo, querido amigo de hoy.
Encantador blog el tuyo, un placer haberme pasado por tu espacio.
ResponderEliminarSaludos y buena tarde de domingo.
Buena carta de presentación cuando una sonrisa antecede a las palabras... el placer ha sido mío. No dudes en regresar cuando lo desees, la puerta siempre estará abierta.
ResponderEliminarUn abrazo.
Uno lleva en los estuches los sueños del futuro. A veces creemos que sabemos el significado de cada objeto. Pero los significados de los objetos en si mismos no son nada. Tienen el significado que les damos. La niña de tu cuento quería meter todo lo que sabía de oidas a la vez. Para llegar a esa panacea que nos contaron de pequeños: ser mayores. Esa época en la que vaciar el estuche llenado con prisas tiene mala solución. Nos contaron tantos cuentos: fumar, tomar, vestir...y que poco nos enseñaron a ser. Precioso cuento...aunque mi comentario se haya ido por las ramas.
ResponderEliminarMi querido Emilio, espero que sepas perdonarme la tardanza en contestar a tu magnífico comentario, a veces ya no sé dónde tengo la cabeza...
ResponderEliminarYo creo que si nos enseñaron a ser adultos, sólo hace falta observar el resultado. Lo que ocurre es que con esa edad lo que llama la atención es lo que parece prohibido, exótico, excitante...Luego, cuando realmente nos convertimos en adultos, nos damos cuenta de que esas actitudes o maneras no significan "ser mayor".
Eso de llevar los sueños del futuro en el estuche es precioso...
Gracias por la paciencia y disculpa el abandono.
Besos y un fuerte abrazo.