
“Siempre hay un momento en la infancia en el que se abre una puerta y deja entrar al futuro.”
(Graham Greene)
Laura aceptó, con una sonrisa forzada, las pastillas que aquel desconocido le ofreció a la salida del colegio. Abrió la cremallera del estuche y las guardó junto a sus lápices de colores, unos cromos, una barra de labios que le cogió a su madre sin que se diera cuenta...Restos de una infancia que se niega a desaparecer junto a la necesidad de ser aceptada por el grupo de amigas. Un silencio frío se adueñó de sus pasos mientras atravesaba el parque rumbo a casa.
Abatida, con tan sólo doce años, busca la verdad en un mundo de adultos al que se asoma de puntillas...y no entiende.