«Dos
trenes parten de ciudades distantes entre sí por 50 kilómetros. ¿En qué punto se encontrarán, si el primero viaja a una velocidad de…? »
Sentado en el
andén, Marcos intenta resolver el problema, con sabor a infancia y tiza. Mira el
panel informativo y selecciona diferentes horarios con los que despejar la
incógnita. Al final, elige el de las
cinco y media.
Su nerviosismo
aumenta con el paso de estaciones, hasta que divisa un convoy que marcha en
dirección contraria. Ambos trenes paran
y quedan en paralelo. Sus miradas se encuentran a través del cristal. «¿Te hallaré en mis sueños? », ruega en silencio
Marcos. Y la joven, antes de que el tren continúe hacia
su destino, asiente con una sonrisa.
Ahora que ya sé qué ecuación aplicar, sólo falta saber si la regla de tres será simple, compuesta, directa o inversamente proporcinal... ¡Pan comido!
ResponderEliminarUn abrazo.
Por fin le he encontrado un sentido practico a esos endiablados problemas de matemáticas, Esther. Espero la solución a tus incógnitas ;-)
EliminarUn beso grande y gracias por estar
Mari Carmen, problema complejo el que nos presentas con este maravilloso texto. Creo que el hallar si al final habrá un encuentro real será una ardua tarea. Acaso exija plantear un sistema de dos ecuaciones con dos incógnitas, no habrá manera de lograr el dónde si no llegamos al cuándo. El espacio y el tiempo, esas dos formas que para Kant no son conceptos sino intuiciones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Terreno resbaladizo para mí el de la física y su teoría de la relatividad. Yo fui de letras ;-) Pero me quedo encantada con la frase de Kant y su percepción del espacio-tiempo.
EliminarGracias por tu aportación, Alicia. Me alegro de que te haya gustado el relato.
Besos y muchos abrazos
Nunca se me dieron bien las matemáticas y jamás les encontré sentido a estos problemas hasta leer tu microrrelato. Realmente la solución a la incógnita se halla en nuestras manos o en las del destino, o en ambas. Para mí la suerte no existe. Nos la creamos nosotros.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo sí creo en el destino, José Antonio, que no es lo mismo que decir que estamos predestinados. Como dijo Shakespeare: el destino baraja las cartas, pero somos nosotros los que jugamos. Y como bien dices, lo que hagamos con esas cartas es nuestra responsabilidad.
EliminarBesos y un fuerte abrazo
Que los sueños nunca necesiten de una fórmula matemática para que los hagamos realidad.
ResponderEliminarUn beso.
Pues no lo tengo yo tan claro, Pedro. Quizás, de ese modo, sería más fácil lograrlos ;-)
EliminarBesos y muchos abrazos
Qué hermoso sueño en los raíles, en los recuerdos matemáticos de la infancia.
ResponderEliminarUn abrazo enorme, niña dulce.
Y qué placer compartirlo contigo, cielo.
EliminarBesos y muchos abrazos