“Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame
y lo aprendo.”
(Benjamín Franklin)………………..
La decisión
Esteban estaba seguro de que el futuro mejor, que todos auguraban en la ciudad, no sería más que una felicidad engañosa que le traería su desgracia. Ser carbonero no era un trabajo sino un modo de vida. Amaba el monte y el olor a madera quemada. Necesitaba la soledad, el silencio...la libertad.
No se arrepiente de la decisión tomada. Fue más feliz en los sesenta años que estuvo en la sierra, que en el año que llevaba en esta residencia sin aire ni horizonte. Un rugido le sacó de su ensoñación. En la pantalla del televisor un dinosaurio caminaba entre cenizas y hielo. Esteban pensó: “Como mi mundo y quienes lo habitaron...próximo a su extinción”
Alfareros, carboneros, videoclubs, poetas... Especies en peligro de extinción.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo
¿Poetas? No, querido amigo, por lo que percibo a mi alrededor los poetas no están en peligro de extinción. Tú, un cardo borriquero que sobrevive entre los escombros, eres un claro ejemplo. El Ser Humano necesita encontrar algo de belleza en este mundo...
ResponderEliminarBesos y un fuerte abrazo.
Bien tajante el futuro.
ResponderEliminarBesos mil.
Si, querida Muchita, muy tajante pero inevitable. El progreso hace que las cosas cambien, es incluso necesario. Pero aceptarlo no evita que sintamos cierta nostalgia, ni les descarga a los que lo vivieron del dolor que produce ver que su mundo, aquel que conocieron, se desvanece.
ResponderEliminarMantenerlo vivo, al menos en nuestra memoria, es una obligación que creo que tenemos con ellos.
Besos y un fuerte abrazo.
Brillante afirmación,(les poetas, no). Como brillante el firmamento que ve el carbonero todas las noches, cuando da una vuelta por el bosque para recoger historias y susurrarlas a las mentes despiertas.
ResponderEliminarBesos de nubes
Nel
Querida Nel, es que el poeta está acostumbrado a nadar contracorriente, sus brazadas son fuertes y por eso resiste...Como lo hizo ese carbonero que decidió no renunciar a ser él mismo, que eligió lo que más amaba en detrimento de las comodidades que le ofrecía la urbe, que apostó por la vida.
ResponderEliminarBesos de nubes...Son mis favoritos, los hay de todos los colores y formas. Adoro su textura. Gracias mi linda flor.
Besos y abrazos de algodón.
Nadie debería terminar sus días en una residencia que de descanso no tiene nada, justamente, como una especie en extinción.
ResponderEliminarBuen texto, saludos
Hola Horacio, aunque no lo creas las residencias y los centros de día hacen una buena labor social. Lo ideal es que permanezcan en sus casas con teleasistencia, ayuda domiciliaria, etc, pero no siempre es la solución. Hay muchos ancianos desamparados y en soledad. Cada vez hay más noticias sobre ancianos que mueren solos en su casas. Eso me angustia más, se me hiela el corazón cada vez que ocurre.
ResponderEliminarBienvenido a tu espacio, me alegro de que nos hayamos encontrado. Te devolveré la visita gustosamente.
Un fuerte abrazo.
Es triste que ciertas profesiones se extingan pero también es inevitable. Los últimos artesanos irán desapareciendo como los grandes dinosaurios y, como ellos, nos dejarán ese aire de leyenda, romanticismo y belleza desaparecida...
ResponderEliminarBesos
Lo más triste es que el anciano que puede permanecer con su familia es también una especie en extinción. Porque la vida, tal como la hemos montado, nos ha llevado a esto. Y sí, las residencias hacen una gran labor, pero lo ideal sería no necesitarlas. Como antes.
ResponderEliminarUn beso, Mari Carmen.
Totalmente de acuerdo con Ana. Querida Mª Carmen. No dudo de la labor -dadas las circunstancias- de esas instituciones. Pero existen solo en función de que este mundo ha echado a los vivos en el cajón de los muertos. Tratemos de recuperar la dignidad que nuestros mayores casi han olvidado, porque en ellos nos hemos de mirar.
ResponderEliminarUn magnífico relato. Mil besos.
Hay residencias que atienden enfermos discapacitados, totalmente dependientes, para los que no hay más posibilidad de atención que estar en ellas. Y la gente que trabaja en ellas, incluidos los ATS y los médicos lo hacen con atención y cariño. En muchas de ellas. Es imposible para un hijo o una hija que trabaja y está sola atender a un anciano discapacitado. Ojalá hubiera muchas buenas residencias y asequibles para muchos casos, dolorosos, pero reales. Desde que en Japón, en la Antigüedad, se llevaba a los ancianos a morir solos en el monte hemos progresado mucho. No siempre es posible, ojalá se pudiera, hacer lo que quisiéramos. Ni tampoco, en muchos casos, seria lo mejor. Supongo que también harían falta muchas guarderías y lugares donde atender y cuidar a niños huérfanos por las horribles guerras en África...en fin, el tema es muy complejo y, como en todo, no se puede generalizar. Dar un sentido más humano a la vida es algo que todos los que creemos que la vida no lo es desde el origen es un gran objetivo. Como lo es evitar la desnutrición de millones de niños en el mundo, superar las enfermedades todavía difíciles de curar y repartir mejor el planeta. Habitarlo mejor. Por lo demás, Mari Carmen, el microrelato es magnífico.
ResponderEliminarQuerida Nanny, no sólo es inevitable que ciertas profesiones desaparezcan sino que, por la precariedad y la dureza de muchos de ellas, es necesario. Pero eso no significa que deban ser olvidadas, tienen que perdurar en nuestra memoria aunque sea, como dices, en forma de leyenda.
ResponderEliminarSomos los que somos gracias a ellos.
Besos y un fuerte abrazo.
Ana, Manuel, Emilio, espero que no os importe que os conteste en conjunto ya que hacéis referencia al mismo tema.
ResponderEliminarLa unidad familiar tal y como la conocíamos ha cambiado, sobre todo desde la incorporación de la mujer al mundo laboral. Ella era la que se hacía cargo del cuidado de los hijos y de los ancianos. Eso ha derivado en un problema social de difícil solución a corto plazo. Falta de ayuda domiciliaria, de centros de días, de leyes que amparen realmente la conciliación familiar y laboral...
Todos deseamos la permanencia de los mayores en sus domicilios, en el seno de la familia y su entorno, pero a veces esto no es posible y es necesario la alternativa residencial.
Optar por ingresar a un ancian@ en una residencia no quiere decir que no se le respete, ni que no se le dé cariño y atención. En muchos casos es mejor que dejarlos en soledad o convertirlos en maletas que viajan de una casa a otra.
Sé que es un tema delicado y os agradezco vuestros comentarios.
Besos y abrazos a los tres.
Me temo que hemos idealizado esa forma de “cuidar a nuestros mayores en el pasado”. He asistido en muchas ocasiones a esa soledad de la gente mayor en la casa de los hijos y también al agotamiento de la hija o nuera (por aquello de que las mujeres no trabajaban) porque además de atender marido, hijos, casa, comida y demás obligaciones del ama de casa, tenían que atender a una persona que requiere muchos, pero muchos cuidados.
ResponderEliminarComo decía un médico conocido, la ciencia ha conseguido aumentar la edad de vida de las personas, pero no la calidad y sin tener en cuenta la importancia de tener los medios adecuados (espacio, etc.) pretendemos ser capaces de hacernos cargo de personas con patologías como el alzheimer, la demencia senil, roturas de caderas o “simplemente” ese cansancio de vivir, cuando te duele todo el cuerpo y el alma porque has perdido casi todo lo que te hacía sentir bien…
Todo ello requiere una atención continua. ¿Qué suele suceder?, que al final terminamos cansados de la persona que cuidamos, porque nos deja sin fuerzas para enfrentarnos a cada día.
He escuchado más de una vez frases como “¿Qué se le olvidan las cosas?; de eso nada, lo que pasa es que lo hace a propósito por fastidiar?”… Triste forma de cuidar a quien se quiere.
Perdona que me haya alargado tanto corazón, pero el tema es importante y sin duda triste y me cuesta aceptar que se hagan afirmaciones de forma generalizada. Cada persona es única y su entorno también. No me cabe duda del deseo de todos de poder atender a nuestros padres, abuelos, hermanos como merecen, pero no siempre se dispone de los medios adecuados.
Hermosa forma de contarlo, mi querida Mª Carmen… Me ha emocionado. Un abrazo
Muy interesante tu estupendo relato, Mari Carmen, y las opiniones que suscita el tema de los ancianos. Desde mi experiencia creo que tanto como si están con familiares, con cuidadora en su domicilio, o en Residencia el tema es bastante complicado y problemático.
ResponderEliminarUn abrazo.
El oficio es una de las cosas que se elige libremente en esta vida, o debería serlo.
ResponderEliminarTodos estamos predestinados a desaparecer como los dinosaurios, pero algunos dejan huella.
Son aquellos que aman su oficio.
Yo creo que amas el tuyo.
Un abrazo.
Querida Rosa, qué razón tienes. El que una persona mayor esté al cuidado de la familia no es garante de una adecuada atención ni física ni emocional, puedo dar fe de ello. Algunos por dejadez y otros porque el cariño se convierte en pena y no reciben el tratamiento adecuado.
ResponderEliminarNo voy a negar que habrá quienes abandonen a sus familiares en un centro por querer quitarse una carga, pero estoy segura de que son la minoría. Como dices no se debe juzgar a la ligera. Yo he visto a personas llorar por el sentimiento de culpa que tenían al decidir ingresar a un familiar en una residencia, o derrumbarse al tener que declarar incapacitado a un progenitor por el peligro que suponía para él y las personas que le rodeaban.
No es una decisión fácil de tomar, es muy dolorosa...Creo que la mayoría de las personas lo hacen con el corazón y pensando en el bienestar de su ser querido.
Besos y un fuerte abrazo, corazón.
Querida Nines, no hay duda de que es un tema complicado de tratar sobre todo porque generalizar, cuando hay sentimientos de por medio, es muy difícil. Como dice Rosa, cada persona es única y su entorno también.
ResponderEliminarBesos y un fuerte abrazo.
Jose Antonio, el oficio es una de las cosas que se debería elegir libremente, tienes razón. Por desgracia no siempre es posible, las circunstancias no siempre posibilitan el acceso al trabajo deseado.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de que amo mi trabajo...A ver si me explico. No me siento más realizada por la labor que desempeño pero, sin embargo, mi trabajo si me ayuda a realizarme por el lugar en el que lo desempeño, por lo que aprendo, porque me gusta estar con personas, por los compañer@s...y por las sonrisas que recibo cada día.
Besos y un fuerte abrazo.
Mari Carmen, con respecto al tema de cómo y dónde canalizar el bienestar de los mayores en sus últimos años, creo que no se ha citado que en muchas ocasiones se encuentran hij@s ya mayores jubilados, deseando o necesitando una vida algo más relajada, cuidando a padres muy impedidos y dependientes. Es por lo que el aumento de la esperanza de vida es otro de los cambios a los que la sociedad ha de dar respuesta para que cada caso pueda tener una canalización digna.
ResponderEliminarUn abrazo.
Todo cambia, y en cada cambio se asoma la sombra de la pérdida, y cada pérdida es un duelo.
ResponderEliminarEsa es la vida.
El texto precioso, muy bien escrito como siempre.
Un beso y un abrazo enorme, preciosa Atxia.
Querida Alicia, hay tantas cosas que se han quedado en el tintero...pero haces bien en apuntar la edad que tienen, a veces los cuidadores. El otro día Toñi y yo hablamos sobre ese problema al recordar el caso de la madre de una compañera, de cerca de 70, años que cuidaba a su abuela de más de 90 años.
ResponderEliminarHay que reseñar la atención que se está dando, por fin, a las personas que sufren “ el síndrome del cuidador” con asociaciones, con camas de “respiro” para que puedan llevar a sus mayores y tomarse un pequeño descanso...
Problemas complejos que requieren tiempo para dar soluciones y aunar voluntades.
Besos y un fuerte abrazo.
“ Todo cambia, y en cada cambio se asoma la sombra de la pérdida, y cada pérdida es un duelo.”
ResponderEliminarQuerida Laura, no podría haberlo dicho mejor. La vida es un proceso único, dinámico y cambiante. Un ciclo de principios y finales.
Besos un fuerte abrazo.
Nadie sabe cual será nuestro último techo. En mi caso me conformaría, aún terminando mis días en una resiencia, con tener reflexiones similares a las de Esteban. Pensar algo así mientras miro por la ventana de mi habitación: "La felicidad del ayer, no puede cambiarla la tristeza del hoy". Y dicho de una manera mucho más alegre: "Que me quiten lo bailao", jajaja.
ResponderEliminarMuy buen texto, Mari Carmen.
Un besito.
Querida Mila, eres tan vitalista, tan optimista...que has sabido encontrar la parte positiva del texto. Y es que Esteban, independientemente de la nostalgia que alberga en sus últimos días, consiguió algo que no muchas personas logran en vida, ser fiel a sus ideas, a su propia naturaleza y ser feliz.
ResponderEliminar“Que nos quiten lo bailao” jajajaja...Eres fantástica.
Besos y un fuerte abrazo, mi dulce soñadora, te echaba mucho de menos. Me alegro de tu regreso.