
-Qué paz se siente en el pueblo...Estando aquí parece que todo sigue igual. ¿Recuerdas que bien lo pasábamos cuando éramos niños? Sin obligaciones, sin horarios, con la libertad que no teníamos en la ciudad.
-(....)
-Mientras venía hacia aquí he visto al Señor Román. Cómo corría detrás de nosotros cuando subíamos a la torre de la iglesia a tocar la campana jajaja.-(...)
-¿Recuerdas cuando atamos con cordones nuestros tobillos, para acompasar nuestros pasos, y les decíamos a todo el mundo que éramos gemelos artificiales? Juramos no separarnos jamás.
María se quitó uno de los cordones de los zapatos y lo depositó con dulzura sobre la tumba de Luis.
- Adiós, amigo mío...Ha llegado la hora de que te deje marchar.