Lo primero que debo hacer es agradecer a la
Casa castilla-La Mancha la gran acogida y facilidades que me han brindado para
lograr que hoy estemos aquí reunidos y, por supuesto, vuestra presencia en un
día tan emotivo para mí. También dar las gracias a Alejandro Pérez García y
Santiago Solano, padrinos de excepción de este libro, de los que tanto he aprendido
y que, con el paso del tiempo, se han convertido en algo más que amigos: son parte
de mi familia.
Cuando pensé en embarcarme en
esta aventura, un buen amigo, seguramente con mejor criterio que yo, me animó a
escribir una historia paralela que englobara todos mis textos. La idea era
atrayente, porque a nadie se le escapa que este tipo de piezas ha pasado de
puntillas por la historia de la Literatura y para la mayoría de los lectores.
Pero, ¿qué es lo que yo quería ofrecer? ¿Una novela para intentar llegar a más
público? ¿Y consentir que todos esos personajes, tramas, reflexiones, que se
descubrieron ante mí, con una vida y entidad propia, se diluyeran? La respuesta
era obvia.
No es mi intención iniciar
una disputa entre novela y microficción, ni mucho menos. Sería absurdo, porque para
los que amamos la Literatura ambos géneros la engrandecen. Pero si reivindicar un
género que, aunque muchos lo consideren menor, es, quizás, uno de los más
antiguos y universales. Solo hay que mirar hacia atrás y releer a Cortázar,
Borges, Kafka… los cuentos de Aldecoa, las leyendas de Bécquer, las fábulas de
Samaniego y de Esopo… o, si aceptamos la tradición oral como parte de la
Literatura, el mester de juglarías o los cuentos y mitos que, generación tras
generación, han llegado hasta nuestros días.
Está claro que no podemos
obligar a las grandes editoriales a que apuesten por este género, pero si
ayudar a desterrar la idea de simplicidad que la brevedad sugiere.
Según
palabras de Raúl Brasca, escritor y crítico argentino: « El escritor de
microficción sólo cuenta con dos materiales para trabajar este género: las
palabras y el silencio, y el secreto radica en lograr que ambos sean igualmente
significativos. »
Para ello hay que
proceder a desmontar las diversas capas de la apariencia, a incrementar
detalles que parecen irrelevantes, a revisar lugares comunes del pensamiento y
del lenguaje… A sugerir más que decir.
Pero no cabe duda que ese
silencio, que es presencia y tiene significado, requiere un lector especial. No
uno pasivo que se deje llevar por argumentos convencionales, sino un lector que
disfrute de la sorpresa, de los juegos literarios, de la ironía… En definitiva,
que sepa extraer la máxima intensidad en la
mínima expresión.
De
ahí el título, «En el silencio de los puntos suspensivos», que no es sino un espacio
cómplice, en el que el autor deja suspendido el discurso para que lo retome el
lector.
Por eso este libro está
dedicado a todos vosotros que, desde la periferia del silencio, sois
intérpretes y protagonistas de estos puntos suspensivos. Sé que,
independientemente del resultado final, vais a disfrutar con esta gimnasia
mental. Un ejercicio que tiene un premio añadido: las ilustraciones que Enrique
Gracia ha realizado para cada una de las secciones y que ha logrado, con su
generosidad, cumplir uno de mis sueños, tener un libro ilustrado.
Quiero aprovechar la ocasión
para dar las gracias a mi gran maestro, Emilio Porta, no solo por su
participación en este libro con ese maravilloso texto de la contraportada, que
como siempre nos lleva más allá de lo concreto, sino por todo el tiempo que ha
invertido en mi formación literaria. Además de las herramientas necesarias para
escribir, ha logrado —a veces con palabras que sé que le dolieron a él mucho más que a mí— que alcance algo
imprescindible en un escritor: la facultad de ser autocrítico con la obra
propia.
Y ya para finalizar, deciros
que si la biografía de una persona se mide por la gente de la que se rodea,
hecho del que estoy plenamente convencida, os miro y sé que la mía es
extraordinaria.
Gracias de todo corazón.
Mi más sincera felicitación por este texto genial que saca a relucir que defender el cuento o el microrrelato no significa despreciar a la novela.
ResponderEliminarUn abrazo.
Por supuesto que no, Jose. Todos los géneros son necesarios e importantes, sobre todo para los que amamos la Literatura, ya sea como lectores o como escritores.
EliminarBesos y muchos abrazos