domingo, 26 de junio de 2016

Presentación en Madrid de «En el silencio de los puntos suspensivos»


Lo primero que debo hacer es agradecer a la Casa castilla-La Mancha la gran acogida y facilidades que me han brindado para lograr que hoy estemos aquí reunidos y, por supuesto, vuestra presencia en un día tan emotivo para mí. También dar las gracias a Alejandro Pérez García y Santiago Solano, padrinos de excepción de este libro, de los que tanto he aprendido y que, con el paso del tiempo, se han convertido en algo más que amigos: son parte de mi familia.

Cuando pensé en embarcarme en esta aventura, un buen amigo, seguramente con mejor criterio que yo, me animó a escribir una historia paralela que englobara todos mis textos. La idea era atrayente, porque a nadie se le escapa que este tipo de piezas ha pasado de puntillas por la historia de la Literatura y para la mayoría de los lectores. Pero, ¿qué es lo que yo quería ofrecer? ¿Una novela para intentar llegar a más público? ¿Y consentir que todos esos personajes, tramas, reflexiones, que se descubrieron ante mí, con una vida y entidad propia, se diluyeran? La respuesta era obvia. 

No es mi intención iniciar una disputa entre novela y microficción, ni mucho menos. Sería absurdo, porque para los que amamos la Literatura ambos géneros la engrandecen. Pero si reivindicar un género que, aunque muchos lo consideren menor, es, quizás, uno de los más antiguos y universales. Solo hay que mirar hacia atrás y releer a Cortázar, Borges, Kafka… los cuentos de Aldecoa, las leyendas de Bécquer, las fábulas de Samaniego y de Esopo… o, si aceptamos la tradición oral como parte de la Literatura, el mester de juglarías o los cuentos y mitos que, generación tras generación, han llegado hasta nuestros días.

Está claro que no podemos obligar a las grandes editoriales a que apuesten por este género, pero si ayudar a desterrar la idea de simplicidad que la brevedad sugiere.
Según palabras de Raúl Brasca, escritor y crítico argentino: « El escritor de microficción sólo cuenta con dos materiales para trabajar este género: las palabras y el silencio, y el secreto radica en lograr que ambos sean igualmente significativos. »
Para ello hay que proceder a desmontar las diversas capas de la apariencia, a incrementar detalles que parecen irrelevantes, a revisar lugares comunes del pensamiento y del lenguaje…  A sugerir más que decir.
Pero no cabe duda que ese silencio, que es presencia y tiene significado, requiere un lector especial. No uno pasivo que se deje llevar por argumentos convencionales, sino un lector que disfrute de la sorpresa, de los juegos literarios, de la ironía… En definitiva, que sepa extraer la máxima intensidad en la mínima expresión.
De ahí el título, «En el silencio de los puntos suspensivos», que no es sino un espacio cómplice, en el que el autor deja suspendido el discurso para que lo retome el lector.
Por eso este libro está dedicado a todos vosotros que, desde la periferia del silencio, sois intérpretes y protagonistas de estos puntos suspensivos. Sé que, independientemente del resultado final, vais a disfrutar con esta gimnasia mental. Un ejercicio que tiene un premio añadido: las ilustraciones que Enrique Gracia ha realizado para cada una de las secciones y que ha logrado, con su generosidad, cumplir uno de mis sueños, tener un libro ilustrado.

Quiero aprovechar la ocasión para dar las gracias a mi gran maestro, Emilio Porta, no solo por su participación en este libro con ese maravilloso texto de la contraportada, que como siempre nos lleva más allá de lo concreto, sino por todo el tiempo que ha invertido en mi formación literaria. Además de las herramientas necesarias para escribir, ha logrado —a veces con palabras que sé que le dolieron a él  mucho más que a mí— que alcance algo imprescindible en un escritor: la facultad de ser autocrítico con la obra propia.

Y ya para finalizar, deciros que si la biografía de una persona se mide por la gente de la que se rodea, hecho del que estoy plenamente convencida, os miro y sé que la mía es extraordinaria.

Gracias de todo corazón.

2 comentarios:

  1. Mi más sincera felicitación por este texto genial que saca a relucir que defender el cuento o el microrrelato no significa despreciar a la novela.

    Un abrazo.

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    1. Por supuesto que no, Jose. Todos los géneros son necesarios e importantes, sobre todo para los que amamos la Literatura, ya sea como lectores o como escritores.

      Besos y muchos abrazos

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