“Huyamos
de esta gran ciudad
a
una más pequeña y más propia para el corazón”
(Leonard Cohen)
Ciudad
Ando entre calles perdidas,
entre luces que alumbran,
tenues, los pasos de habitantes
que esconden su tristeza
en el pequeño hueco de sus manos.
Mientras la vida cotidiana,
con sus múltiples tareas,
se refugia bajo los tejados
que, como sombrillas nocturnas,
cubren los espacios
donde duerme la noche.
Da igual que esta ciudad
no tenga nombre,
ni cartel de salida
o de llegada.
Da igual que se parezca
a miles de ciudades.
Solo importa que siento,
en el silencio que envuelve
sus rincones,
la cifra exacta de la edad
del Hombre.
¿Y cual es esa cifra exacta, amiga?
ResponderEliminarIacob
Es una edad que pesa, cada día más. Sobrepeso de tristezas...
ResponderEliminarSaludo enorme, Mari Carmen.
...como sombrillas nocturnas, cubren los espacios donde duerme la noche".
ResponderEliminarQuerida Mari Carmen, la noche duerme en las alegrías y en las penas. En el desconsuelo y también en la esperanza.
Me encanta leer lo que escribes, aunque no siempre te lo diga.
Un besito con mucho cariño.
¿La edad del corazón? ¿La edad del pensamiento, señor Shilenuss? El empleo de metáforas tiene estas cosas, que a uno le preguntan. También ocurre que se puede responder a una pregunta con otra. A mi es que me encanta este escritor-pensador, Iacob Shilenuss...A veces es mordaz, pero siempre es inteligente. En cuánto al poema solo puedo decir que me encanta. Así de sencillo y simple. Tiene un buen recorrido. Un magnífico recorrido.
ResponderEliminarToda ciudad tiene sus luces y sus sombras...Un beso Mari Carmen
ResponderEliminarTriste y asumida realidad. Pero la historia nos sigue enseñando que todo cambia, tal vez, este modelo deshumanizado de convivencia, también lo haga muy pronto (tal vez, dentro de mil años más).
ResponderEliminarImpecable escrito, MariCarmen.
Un abrazote.
No creo en las casualidades:
ResponderEliminarun beso
Antonio
Son las 22 horas…, noche umbrosa.
Ojos pesados, cuyas pestañas
se desdoblan por la fuerza del sueño.
El cansancio está instalado en su cuerpo,
aunque cree que no merece el descanso.
Poco ha hecho para merecer tal premio.
Después de un día vacio, sin sueños.
Solitario, camina por los alrededores
de su entorno buscando un verso,
un poema, aunque sea a destiempo.
Entre calles, transitan sus
pensamientos. Sin sueños
que llevarse a la mente.
Camina y camina encubriendo resquicios
de su alma, suplicando recuperar
un trozo de vida, cansada, aun disponible.
La cama se recrea, con sabanas limpias y
olorosas…, dispuestas a cubrir su cuerpo
donde reposaras sus conocimientos
aquellos que empujan sus lagrimas
que imploraban los versos de su cuerpo,
ya que el alma esta oculta entre la ventisca
que soplaba por su hábitat en su morada.
molina
En esa ciudad cabe la soledad de todas las ciudades.
ResponderEliminarEl poema es hermoso y deja "tocado"
Un beso
Mari Carmen
ResponderEliminarQuerida Mari Carmen:
Hacía mucho que no leía versos tuyos y éste ha sido una gratísima sorpresa: me ha encantado el tema, la sencillez y el grandísimo final que lo condensa.
Un placer volver a leerte en verso y enhorabuena.
Un gran abrazo.
Hermoso poema mi querida Mª Carmen. Hacía tiempo que no te leía en poesía y este reencuentro me ha resultado dulce y cercano.
ResponderEliminarMe encanta la forma en la que va fluyendo; sube en cada estrofa hasta llegar a ese final que tantas cosas dice en un sólo verso.
Una verdadera delicia leerte cielo.
Te dejo un abrazo sin edad ¿de qué vale saber la exactitud de esa cifra?
Mari Carmen, todas las ciudades tienen mil caras. La que veamos en cada momento dependerá de lo sensibles que estemos ante cada una de ellas.
ResponderEliminarUn abrazo.
como siempre poniendo el dedo en la herida. No hay otro modo de curarla.
ResponderEliminarUn enorme beso
Una belleza, Mari Carmen.. gracias¡¡
ResponderEliminarNadie mejor que tú, querido Iacob, que lleva tantos siglos sobre la faz de la tierra para contestar a esa pregunta :-)
ResponderEliminarComo dice Emilio la del pensamiento y la del corazón que, junto al legado cultural de aquellos que nos precedieron, me permite mirar más allá de lo que nos diferencia, y comprender que esas diferencias solo son diversidades que me enriquecen. Porque, al final, el deseo de los habitantes de Bilbao, Madrid, Lisboa, Nueva York… no dista mucho del mío. Y es lograr un poco de felicidad, paz y libertad en el que poder desplegar los sueños.
Besos y un fuerte abrazo.
Querida, Luna, te entiendo perfectamente… No podemos evitar las tristezas, pero como dice el proverbio si podemos impedir que el pájaro de la tristeza anide en nuestra cabellera.
ResponderEliminarBesos y un fuerte abrazo.
La noche nos sugiere y nos sorprende, ¿verdad? Como dijo José Hierro: “ La noche es bella, está desnuda, no tiene límites ni rejas.”
ResponderEliminarEl silencio, mi querida soñadora, también puede ser compañía. Y yo sé que siempre estás cerca :-)
Besos y un fuerte abrazo.
Una ciudad sin nombre ni carteles de salida o llegada... una especie de ciudad universal... donde caben todos o ninguno...
ResponderEliminar:) saludos
Muy bueno, Atxia. Un poema definitorio de la soledad, o de nuestras soledades. Un beso enorme!
ResponderEliminar"...al final, el deseo de los habitantes de Bilbao, Madrid, Lisboa, Nueva York… no dista mucho del mío. Y es lograr un poco de felicidad, paz y libertad en el que poder desplegar los sueños"
ResponderEliminarHay veces que uno no se resigna a entrar y comentar una sola vez...o dos veces, si contamos las ocasiones indirectas. Porque la dinámica de la entrada asume los comentarios y los contracomentarios...y se extiende, se extiende...
Querida Mª Carmen: quizá va siendo hora de encontrar la puerta de salida.
ResponderEliminarTodas la ciudades se parecen. Cuando una te derrota, te han derrotado todas.
Un beso.
Gracias, Emilio, por tus palabras. Siempre alentando y estimulando a cuantos están a tu alrededor.
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Cierto, Winnie, y en nuestras manos está descubrir esas luces y hacerla más amable :-)
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Juji, triste sí, asumida… No hay que asumir las cosas malas. Tenemos que preguntarnos con qué actitud queremos afrontar esa realidad que no nos gusta. Si admitimos que somos parte de un todo, que todo está interconectado… Lo que hacemos, lo que pensamos puede influir en el cambio. Y espero que ese cambio sea antes de mil años :-)
ResponderEliminarBesos y un fuerte abrazo.
Sí, Antonio, hay días vacíos y sin sueños. Días en que no nos queda otra solución que buscar el equilibrio en las cosas sencillas que nos da la vida como como una mirada, la ternura, el cariño… o dormir.
ResponderEliminarGracias por traer este poema. Encontraste los versos :-)
Besos y un fuerte abrazo.
Así es, Ana, las ciudades se repiten en sus esquemas, tanto en lo bueno como en lo malo. ¿Qué hacer? Disfrutar de lo bueno y evidenciar, eso lo sabes hacer tú muy bien con tu escritura, lo malo que haya en ellas.
ResponderEliminarBesos y un fuerte abrazo.
Mi querida Nines… Enhorabuena, si, pero por tenerte aquí.
ResponderEliminarEs cierto que no me prodigo mucho en verso. Pero es que, aunque hay quienes sustentan que siempre se puede encontrar un verso en un folio en blanco, a mí me cuesta hallarlos. ¿Será porque no escribo sobre folios? No lo sé, aunque la sensación cuando lo consigo es inenarrable :-) Gracias por venir a compartirla.
Besos y un fuerte abrazo
Qué razón tienes, Luismi. Hay que poner el dedo en la herida, y sentir el dolor que produce… Al fin y al cabo, a veces, el dolor solo es un perímetro de seguridad que nuestro cerebro pone para advertirnos de que algo no está bien y poner remedio.
ResponderEliminarGracias por estar siempre :-)
Besos y abrazos
Carmen, gracias a ti por mucho :-)
ResponderEliminarBesos y abrazos.
Doble visión, una ciudad universal… Y como primer paso para lograrlo, podemos cambiar el concepto tradicional de “ciudadanía”, ligado básicamente al de “nacionalidad”, que resulta claramente restrictivo e insuficiente, y avanzar hacia uno más amplio y global que favorezca la integración, la igualdad, interculturalidad… Sí, me gusta.
ResponderEliminarGracias por venir a este espacio, donde caben todos, y espero que consideres como tuyo.
Un abrazo.
"De nuestras soledades…" Buen apunte, Laura. Es curioso que hayamos creado una sociedad de multitudes y, sin embargo, cada vez hay más personas que se sienten solas.
ResponderEliminarLa soledad, como casi todo, es una percepción subjetiva que depende de cada individuo. Hay quien la busca y hay quien la sufre.
La base para romper la soledad está en la comunicación, primero con nosotros mismos y luego con los demás. Conocerse debe ser el primer paso, alejar el miedo, la vergüenza...para luego abrirnos a los demás. En cualquier caso la soledad, no buscada, es un problema íntimo y personal que siempre se puede cambiar. Y la solución no está la mayoría de las veces en los demás, sino en nosotros.
Un beso muy fuerte, mi querida hadita :-)
Tienes razón, Alicia. La ciudad tiene mil caras que no sabremos apreciar si no llevamos abiertos, además de los ojos, la mente y el corazón.
ResponderEliminarBesos y un fuerte abrazo.
Emilio, los comentarios y contracomentarios potencian, además de las relaciones sociales y de amistad, la comunicación, la participación… y siempre, al menos para mí, son una fuente de conocimiento.
ResponderEliminarMe alegro de que hayas destacado ese pasaje, porque es lo que hace que me sienta a gusto en Lisboa, Ámsterdam… o cualquier ciudad del mundo. Y que sienta que, cuando la abandono, se queda un trocito de mí allí.
O quizás, Manuel, de quedarse y cambiar conceptos y actitudes.
ResponderEliminarYo me siento hija del asfalto. De hecho, en el ranquin de municipios con mayor densidad de población de España, Portugalete ocupa el puesto número once, y, sin embargo, me gusta vivir en él. Otra cosa es que piense que no hay que consentir que la vitalidad de las ciudades absorba su humanidad, en la necesidad de dotarlas con espacios y estructuras que las hagan más habitables, y tomar acciones para ofrecer a sus habitantes una vida mejor.
Besos y un fuerte abrazo.
Pues un poema muy apropiado, Mari Carmen, para la estación que se acerca. A mí, no obstante, lo que me gusta del invierno es que es un irremediable celestino.
ResponderEliminarNos junta.
Tremenda orgía.
Un abrazo.
Querida Mari Carmen:
ResponderEliminarAunque las ciudades no tengan cartel de entrada ni de salida, si que tienen nombre: en el desgastado suelo de las calles está impresa la huella de todos sus moradores, que previamente han recibido el nombre del lugar y le regalan el suyo propio por ser un referente para quienes nacieron y respiran en él. Sus voces llenan "el silencio que envuelve sus rincones", donde están dibujadas sus fichas primigenias. Y en el aliento de las chimeneas, en el abrir y cerrar de las puertas de sus casas, en el ir y volver de quienes nunca se olvidan de sus ancestros, en el recuerdo de quienes expresan un lamento por los que de allí fueron y ya no están, en..., en..., ahí está escrita, esa es, "la cifra exacta de la edad del Hombre".
Gracias, amiga, por regalarnos tus pensamiento llenop de cifras, de claves, de significados.
Besos.
Llego tarde a comentar, como casi siempre, pero debo decir que es un poema magnífico con un aún mejor - si cabe- colofón.
ResponderEliminarUn abrazo.
Jose, mira que eres original mirando la vida. Jamás hubiera tachado al invierno de celestino:-) Yo siempre lo he asumido como una época necesaria para la regeneración, pero nada más. El frío, la oscuridad que le acompañaban me pone triste.
ResponderEliminarGracias por ponerle una sonrisa a mi invierno.
Besos y un fuerte abrazo.
Alex, siempre dando lo mejor de ti, en tiempo, en escritura... Qué bello comentario, y qué cierto. Porque las ciudades no son los edificios, ni las calles y avenidas, sino sus gentes, con sus rutinas, con sus sueños, con sus idas y venidas. Nosotros vivimos en las ciudades, pero ellas habitan nuestro corazón y memoria.
ResponderEliminarGracias, querido amigo, por buscar las claves y acercarte a mi pensamiento.
Besos y un fuerte abrazo.
Laura, tu nunca llegas tarde, tod@s sabemos lo que son las obligaciones y la falta de tiempo… Por eso valoro, y mucho, tu comentario.
ResponderEliminarGracias por venir. Leer en compañía siempre es mejor. :-)
Besos y abrazos.
De paseo contigo por esas calles, por esa ciudad, por donde haga falta.
ResponderEliminarComento poco, pero hoy tenía yo ganas... debe ser que tu paseo me abrió el apetito. ¡escritoraza!
De paseo y en tu compañía, Enrique… Qué más se puede pedir. Tú si sabes observar, y encontrar rincones escondidos a la mirada de los demás. Solo hace falta analizar tu “Mentidero de Madrid”, o el poema que dedicas a los mercados, o… solo hace falta leerte.
ResponderEliminarSiempre es un placer encontrarte :-)
Besos y abrazos.
¿Sobrepeso de tristezas? Yo diría de soledad, si te detienes a hablar con alguien, tendrás la exacta edad del hombre y sus sueños. Pero, tenemos tanta prisa por salir.
ResponderEliminarBesos y abrazos.