Yo también tuve sueños. Pero pasa el tiempo y te das cuenta de que esos sueños ya no te pertenecen, son de otros. Si me hubieran conocido en otros tiempos...
Antes de la transición yo era imprescindible. Mi trabajo, impecable. Todos los papeles y documentos, incluso los de carácter secreto, pasaban por mí. Mi presencia era requerida en todas las reuniones y en todos los negocios.
Sí. La transición de la máquina de escribir al ordenador me dejó relegada al recuerdo. Pero sigo viva físicamente como adorno en una oficina o en un hogar. Y espiritualmente en la memoria de algún escritor que acarició sus sueños con mis teclas o en un joven que introdujo su futuro, por triplicado y con papel de calco, entre mis rodillos o, aquel estudiante que...Tantas y tantas historias que quedaron aprisionadas en mi memoria, que acariciaron mi cuerpo.
“Tantas y tantas historias que quedaron aprisionadas en mi memoria, que acariciaron mi cuerpo.”
ResponderEliminarSeguro que todos tenéis, guardado en vuestra memoria, alguna anécdota, algún recuerdo, alguna imagen evocadora...con una máquina de escribir como banda sonora...
¿ Sabéis lo que es el Arte Ascii?
Son imágenes creadas con los caracteres utilizados en los textos. Sus primeros creadores, antes de nuestros fieles sistemas electrónicos, utilizaban las clásicas máquinas de escribir, a través de las cuales era necesario contar con mucha más paciencia, imaginación y habilidad para lograr un resultado que llamara la atención.
Este es un pequeño ejemplo de esos dibujos, ahora hay verdaderas maravillas...Esos sencillos dibujos se han transformado en verdaderas obras de arte.
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Como curiosidad os diré que Lewis Carrol dibujó una cola de ratón con texto en 1875 en “Alicia en el País de las Maravillas”. En 1898 dibujó con su máquina de escribir una mariposa utilizando sólo corchetes, puntos, paréntesis, barras de dividir, asteriscos y letras .
De pequeña asomada a la ventana en las largas tardes de verano veía -mientras el crepúsculo extendía sus brazos- a los gorriones coger gusanitos y otros insectos para alimentar a sus hambrientos pequeños. Mientras tanto en el interior de la casa, mi hermana -con los dedos magullados de tantos desatinos sobre esas esquivas teclas- escribía a máquina.
ResponderEliminarMe daba pena ver a ese pobre folio aprisionado sobre el rodillo mientras mi hermana disfrutaba confeccionando modelitos para él: enunciados y letras mayúsculas sin tildar; y -¡Qué proeza sesenta pulsaciones y a seguir pasando margen!- enunciados subrayados y encomillados ( supongo que para transmitir énfasis a la palabra o frase). Ahora no existe ese problema, se puede usar negrita, cursiva, color...y tilde sobre las mayúsculas.
Gracias por hacerme recordar tan gratos recuerdos de mi infancia.
Toñi
AVIÓN
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Con los nervios, perdona soy una mal educada,(ya te traeré fotos) ni te he dado la enhorabuena por el relato. ¡Curioso el Arte Ascii!
Besos asciiticos.
Toñi
Qué buena entrada...y, además, novedosa...En las dos últimas has introducido elementos gráficos a partir de letras y tipografías...Me parece muy interesante, porque añade un plus al tema estrictamente literario. En este caso el texto me llega muy de cerca, pues mi máquina de escribir Olivetti fue, durante muchos años, mi compañera inseparable. Con ella, y alguna hermana suya mecánica que rondó mi pasado, aprendí a componer. Digo componer, en vez de escribir, porque eso es lo que suponía para mí escribir a máquina: crear composiciones. Me importaba mucho que el texto estuviera ya "impreso" en papel. Esas hojas tipografiadas fueron durante mucho tiempo - y aún lo son algunas - preámbulo de libros, o libros en si mismas.
ResponderEliminarEsta entrada sobre la "transición" es también mi transición. Ahora estoy perdido sin el ordenador, bueno sin el teclado...pero éste no deja de ser el sustituto del fiel teclado de mi Olivetti, de mi máquina que todavía conservo, no sólo en la memoria y en el corazón, sino en un rincón de mi casa, ya cerrada, con su tapa, descansando de su función. Que fue mi vida.
Port
Querida Mari Carmen, qué recuerdos has despertado en mí. ¡Ay mi Olivetti Lettera 32! Aquí la tengo. He vuelto a abrirla para asegurarme de sus señas de identidad y revivir, a través de su vestimenta cosida de pegatinas, las fiestas de tantos pueblos, haciendo las crónicas taurinas o deportivas, políticas o sociales. Del acontecimiento a las teclas, en un rincón de cualquier bar o en cualquier Ayuntamiento. Esa era la consigna, "del acontecimiento a las teclas". Un folio y en entregarlo en mano al primero que fuese a la capital, para que saliera en la primera edición del periódico. Entonces no había fax, y no hace tantos años. Sobre el viejo rodillo macado está la copia de todas las crónicas y artículos para periódicos y revistasd, también están las historias inventadas, historias propias que no le ocurrieron a nadie, solo a mi y a mis personajes. También está ahí los primeros versos de la adolescencia y los apuntes de Geografía de segundo y los ejercicios de la Filosofía de quinto. Y temores, muchos nervios y temores. El rodillo de mi Lettera 32 guarda los miedos de más de una oposión, donde también me acompañó.
ResponderEliminarQué relato más extraordinario nos has regalado, Mari Carmen. Cómo sabes desempolvar las emociones que llevamos dentro, emociones olvidadas que yo creí habían desaparecido en el tiempo. Pero no. Eso es bueno. Primero porque tus palabras vuelven a ser eficaces, útiles, segundo porque en la caja de mi vieja máquina de escribir todavía queda algo de mis tiempos pasados, que tú, con mucho acierto, has sabido rescatar. Gracias.
Besos a mogollón.
Alex
heeeey! Nosotros también tuvimos una Lettera 32. Lo recuerdo como si hubiera sido esta mañana cuando mi padre entró diciendo que había hablado con los Reyes Magos y le habían hecho un adelanto, la suerte de ser mayor, claro. Así, entró en nuestra primera casa, la máquina de escribir, la Lettera con su funda de plástico duro de color negro y por dentro de color crema. Con esa máquina redacté papeles importantes para casi toda la familia, demasiadas facturas para mi gusto y algún que otro deseo.
ResponderEliminarQué buena entrada corazón, cuando vuelva a casa de mi madre, la sacaré de su caja negra, sé que está encima de la máquina de coser de mi madre. !Qué máquinas!!
Pedacito de infancia y adolescencia romántica. Gracias por desempolvar la vida que contenemos Mari Carmen, besos mil.
Nelkeleten
Tienes el don de unirnos a todos en los buenos recuerdos. Los recuerdos no son cosas sin importancia: son la vida misma. Aunque haya personas que sólo piensen en el presente y el futuro sin darse cuenta de que el tiempo es circular y el espacio y el tiempo que queda impreso en nuestra memoria es una parte fundamental de la existencia. No destruyamos nunca la memoria, porque es parte de nosotros. Lo que pasa es que el instinto de conservación nos empuja a recordar lo mejor y a tender una capa de niebla sobre los momentos que nos hicieron daño. Gracias por traernos los buenos recuerdos con tu escrito.
ResponderEliminarDavid Nihalat
Toñí, cómo anima la imaginación abrir la puerta a los recuerdos.
ResponderEliminar“Me daba pena ver a ese pobre folio aprisionado sobre el rodillo mientras mi hermana disfrutaba confeccionando modelitos para él”
Me gusta de verdad tu comentario, aunque tendremos que preguntarle al folio que piensa tras sufrir semejante improperio...o a tu hermana. Quizás para ella los recuerdos no fueran tan gratos.
Yo intenté aprender a escribir a máquina, era aburridísimo. Cada dedo con su correspondiente tecla. Mano izquierda: A-S-D-F-G mano derecha: Ñ-L-K-J-H . Y así, repite una y otra vez, hasta coger rapidez y agilidad, ¡ y sin mirar las teclas !
Si que es curioso el arte Ascii. Intenté añadir alguno de los maravillosos dibujos que hay en Internet, pero fue imposible. Al añadir el dibujo y publicarlo se distorsionaba por completo.
Disfruta la semana que viene. Lo pasarás fenomenal pero, por favor, no dejes de mirar las caras de los niños. Será de los mejores recuerdos que te traerás de allí. ¡ Ah!!! Dale un beso a Stitch y dile que guardo con cariño su autógrafo.
Un beso, cuidaré de todo hasta tu vuelta.
Emilio es tu transición y la de muchos...Imagínate lo que supone, para mí, verme inmersa en un mundo completamente distinto al mío hasta hace unos meses.
ResponderEliminarTodo es novedoso, excepto el teclado.
Gracias a la máquina de escribir, por lo menos, no me pierdo entre las letras y tipografías, aunque, como me dijo una vez nuestro amigo Orfeo de Tracia, a veces se me columpien los dedos. Quién iba a pensar que un recuerdo de mi pasado, aparentemente caduco, vendría en mi ayuda.
Gracias por abrirnos tu memoria, tu corazón, y un rinconcito de tu casa llena de recuerdos. Ya sabes lo que significan para mí todos esos objetos, como las máquinas de escribir, que atesoro en mi casa. ¿ Te acuerdas del texto de la Nieve ?
“Sé que cuando desaparezca, mis queridos recuerdos se convertirán en trastos viejos. Acabarán relegados en un desván, en el mejor de los casos. La vida es así. Los recuerdos del hoy serán el olvido del mañana.”
Besos y abrazos.
Querido Alex, en el modelo de máquina de escribir coincido contigo y con Nelken.
ResponderEliminarLa mía llegó de manos de mi padre. Por aquel tiempo, él se quedó en el paro y abrió un taller con unos compañeros. Con ella hacían las facturas y presupuestos, luego la heredé yo.
Como yo, hasta ahora, no he disfrutado de la escritura no guardo tan bellos recuerdos como vosotros. Para mí fue la compañera en la que confiaba a la hora de hacer los trabajos, a limpio, en el instituto. Y te juro que, a veces, la hubiera lanzado por la ventana. Una hoja casi terminado y de repente ¡horror! Un fallo y vuelta a empezar.
A pesar de lo dicho la guardo con mucho cariño junto a una más pequeña heredada de mi cuñada. Mi cuñada era francesa y su máquina, no podía ser de otra manera, también.
Es una pequeña máquina Silver-Reed 250. La disposición de las letras en teclas es distinta a la nuestra. Obviamente no tiene “ñ” , ni tecla para acentos. Supongo que sabes que en francés hay más acentos gráficos que el nuestro, por esa razón en esta pequeña máquina existen vocales minúsculas con los distintos acentos : “é “ y “a”, “e”, “u” con acento hacia la derecha. ¿A que es curioso?
¡Qué buena tarde me has regalado! Verte correr de un lado para otro con tu máquina de escribir, ver salir de sus rodillos a tus personajes, tus versos adolescentes, los miedos, también compartidos, de las oposiciones....Gracias
Besos y abrazos.
Ya le he dicho a Alex que coincidimos en el tipo de máquina, aunque la mía tiene la funda gris. Espero que ahora, tras la transición, escribas más deseos que facturas...Estoy segura de que es así. Ahora incluso con las facturas, haces unas “Torres de papel” maravillosas.
ResponderEliminarGracias a ti, Nelken, por compartir tus pedacitos de vida. La máquina de mi relato tiene muchas historias aprisionadas entre sus rodillos...a mí, me gusta escuchar las vuestras.
Besos y un abrazos muuuuuy fuerte ¿Nelkeleten?
Querido David, Los recuerdos son muy importantes.
ResponderEliminarSon fotogramas de la película de nuestra vida que, de vez en cuando, nos gusta proyectar. Todos son buenos, hasta los que pensamos que son malos, porque, la mayoría de las veces, son lecciones aprendidas que nos hacen ser más sabios.
Los recuerdos, atesorados en nuestra memoria, hacen de nosotros los que somos. En ellos está guardado nuestro pasado y nuestro presente, esperando a los que se unirán en el futuro
Gracias a ti, un beso muuuuuuuuuuuy grande para que no pierda fuerza en su camino hasta Australia.
¡Qué bonita y qué original tu entrada, Mari Carmen! Siempre he visto la máquina de escribir con un no sé qué romántico. Y el papel carbón... ¡y pensar que hasta las he utilizado...! Una vieja Underwood preciosa.
ResponderEliminarUn beso.
Ana, ¡Una Underwood! Qué maravillosa sensación tiene que ser acariciar una de esas máquinas, son preciosas...Esas si que tienen un halo de romanticismo y misterio, son tan evocadoras.
ResponderEliminarHay una película que me entusiasma que es Moulin Rouge. La escena en la que Ewan Mcgregor escribe, en sepia, el fin de la historia con su máquina de escribir...es extraordinaria. Dilata, tecla a tecla, mis emociones hasta ese The End sin remisión.
Un beso.
Que regalo mas especial y por partida doble Mª Carmen.
ResponderEliminarEn primer lugar tu entrada, tan entrañable y después el recuerdo de esa imagen mágica que nos lleva a un cuento adorable y una época que, en mi caso, viví muy de cerca, porque estuve tres años haciendo un curso de Secretariado, con mecanografía y taquigrafía -claro está- incluidos.
En uno de los exámenes de mecanografía, debía hacer un dibujo similar al que nos pasas (creo que fue en el 2º curso).
Me examinaba en el Instituto San Isidro de Madrid, con maquinas de escribir Olivetti, pero las auténticas; aquellas negras, altas, con teclas circulares, con borde plateado –si no recuerdo mal-Tantas veces he recordado aquellos exámenes y tantas veces mi máquina de escribir...
En fin Mª Carmen, adorable tu entrada; cercana para muchos, inimaginable para algunos, sin duda, pero cargada de sentimiento y calidad al describir la época.
Un beso y gracias por este momento. ¡Buen trabajo!
Yo Rosa yo no estudié secretariado. Lo que son las cosas...el curso de mecanografía que inicié fue la consecuencia de un curso de guitarra.
ResponderEliminarTe preguntarás que tiene que ver una guitarra con una máquina de escribir, pues nada, pero...Yo aprendí a tocar la guitarra con una monja. Como pupila suya se empeñó en enseñarme todo lo que ella sabía. Me tenía aporreando la maquina de escribir durante una hora ( con trece años te puedes imaginar que aburrimiento) hasta que empezábamos las clases y ensayos de guitarra con los otros compañeros. Aprendí mucho con ella, mecanografía, guitarra, solfeo, incluso empecé a tocar el órgano. Luego, la adolescencia, los estudios... y lo olvidé todo. Aunque dicen que lo aprendido no se olvida, sólo se queda aletargado.
Gracias Rosa, mi entrada me acerca a tus recuerdos, los tuyos atraen a los míos, quizás los míos despierten otros...como un vínculo que nos acerca cada día más.
Un beso.
Mari Carmen, esta entrada es pura nostalgia. En mi casa la primera máquina de escribir fue una Olivetti Lettera 35 que compartí con mi hermano el mayor. La siguiente la utilicé algunas veces en el trabajo y ya fue eléctrica. Sin embargo la que más recuerdo fue una negra de aspecto muy antiguo con teclas doradas que utilizaba Miguel Ángel, un alumno ciego que tuve integrado en una clase de 2º del BUP antiguo, hace ya más de quince años. Como el fin justificaba los medios, me acostumbre a su ruido. Era un sonido muy agudo ya que escribía en código Braille por lo tanto debía marcar bien en las hojas de color arena intenso adecuadas para tal uso. A veces me grababa, eso lo llevé peor al principio. Tenía prohibido el uso de las grabaciones para otros menesteres, sin embargo tanto el grupo como yo superamos todas las pruebas.
ResponderEliminarDoy por hecho que la transición que tú mencionas ha mejorado la comunicación a todos los niveles, eso no impide recordar ese sonido y sentir nostalgia, no tanto de aquellos tiempos si no, de la juventud que teníamos.
Un abrazo
Alicia, yo no veo nostalgia o, quizás no quiera verlo, yo veo recuerdos. La nostalgia es la melancólica ocasionada por el recuerdo de una dicha perdida, añorando un pasado que parece que es mejor desde el presente, sin embargo, el recuerdo es un pensamiento, un sentimiento que se conserva para recordar una persona, un suceso... Aquí no encuentro tristeza, ni melancolía sino que percibo alegría y, desde luego, y estoy encantada por ello, mucha confluencia en el sentimiento, pensamiento...y fíjate que curioso, hasta en los recuerdos.
ResponderEliminarQué interesante lo que cuentas sobre tu alumno. Tuvo que ser difícil la adaptación de todo el grupo, pero que gran lección de vida tuvisteis todos con ello. La superación y la adaptación ante la adversidad, y la ruptura de barreras físicas y las que más cuesta de superar, las mentales, aquellas que nos separan de todos los que son distintos.
Gracias a la transición, como tu dices, ha mejorado la comunicación entre otras cosas y que mejor ejemplo que el que estamos aquí todos juntos.
Un beso.
Toda buena transición es transformación que mira al futuro y asume el pasado. Nuestras máquinas están siempre en el recuerdo como algo que nos acompañó. Y siguen vivas cuando escribimos con este teclado silencioso que es su heredero. Todo está vivo si sabemos llevarlo en el corazón.
ResponderEliminarPort
Quedar relegado sin estar muerto. con la vida a la espalda. El relato de la terminal deautobuses me ha hecho recordar muchos momentos de espera. Es un lugar que inspira de por sí. Allí debiéramos ir los escritoes en las horas bajas.
ResponderEliminarUn beso fuerte y gracias por tus afectuosos comentarios.
Luismi
Relegados pero no olvidados y con la vida a cuestas. Tu relato de la erminal de autobuses me ha traído a la memoria cantidad de imágenes.
ResponderEliminarAllí debiéramos ir los escritores cuando nos falta inspiración.
Muchas gracias por tus cariñosos comentarios.
luismi
“Toda buena transición es transformación que mira al futuro y asume el pasado”
ResponderEliminarEmilio, gran verdad aplicable al ámbito personal y universal. Asumir y no olvidar el pasado para poder avanzar, manteniendo vivo lo esencial en nuestro corazón. Al fin y al cabo, ésa es la función del corazón, insuflar vida al cuerpo y a todo lo que en él guardemos.
Besos y abrazos.
Como tú bien dices Luismi, relegados pero no olvidados porque, a veces, olvidar es como estar muerto en vida, porque el olvido lleva al abandono.
ResponderEliminarLas Termínales, sobre todo en las que se mezclan destinos cortos y los largos recorridos, son el reflejo de una ciudad, de sus gentes...del trasiego por la vida. Y donde hay vida, con ayuda de las musas si no se muestran esquivas, hay miles de relatos, historias, imágenes...que atrapar.
Pero tú, Luismi, tardarás en ir a buscar inspiración allí, por lo que leo, no te hace falta.
Besos y abrazos.
Querida Mª Carmen: yo también machaqué mis primeras letras en una vieja Underwood, en la casa de mi abuela: seguro que no tenía ni 10 años. La Olivetti Lettera de mi abuelo materno vino más tarde.
ResponderEliminarDesde alli a los "pentiums no-se-cuanto"; la alta velocidad de Internet y algunas otras cosas, ya ha llovido.
Y desde este banco del parque, que ya casi siento como mío, miro a los dueños actuales de mis sueños, a veces con horror, otras con desidia o conmiseración. Confieso que, las menos, con dulzura.
Debe ser aquello de las coplas: "... cómo a nuestro parecer cualquiera tiempo pasado fue mejor...".
Un relato lleno de imágenes muy sugerentes y, creo, comunes. Un beso.
Manuel, ha llovido tiempo desde la máquina e escribir a la alta velocidad de Internet, aunque más velocidad hemos alcanzado, por lo menos en mi caso, nosotros en adaptarnos a las nuevas tecnologías...y lo que nos queda por correr, para ir siempre un paso por detrás.
ResponderEliminarEn cuanto a lo de los sueños, no creo que sea por lo de las coplas. Yo creo que vemos los sueños con otra perspectiva, la de la experiencia que da la vida. Supongo que también nuestros padres nos miraban con desconcierto y horror, y a ellos sus padres...pienso que en esos sueños, que ya no nos pertenecen, proyectamos nuestros miedos. Espero tener razón y no se cumplan nuestro miedos sino sus sueños.
Manuel, tenemos muchas cosas en común. A las personas siempre nos une más que lo que nos separa ... Una simple máquina de escribir nos lo ha demostrado.
Un beso desde mi casa hasta tu banco. Continua visitando el parque y ya me contarás si se cumplen mis deseos sobre los sueños.
Besos y abrazos.