Cabineta
recuerda los viejos tiempos en que todos solicitaban sus servicios... Incluso
hacían cola para acariciarla y hablar en la intimidad. Sonríe al recordar a
aquel director de cine y televisión que la lanzó al estrellato convertida en un
personaje kafkiano. Qué caras de terror en aquellos a los que, durante unos
segundos, en un divertimento sin malicia, dejó encerrados tras sus puertas de
librillo.
Una
lágrima rueda por su cristal ya opaco y ceniciento. Los que antes la
buscaban pasan a su lado con sus móviles de última generación,
hablando sin notar su presencia. Ya no hay palabras para ella, ni
siquiera una mirada de soslayo.
Sola,
abandonada, maltratada... espera el día en que un funcionario arranque del todo
sus raíces... y muera.